No hay atajo hacia la gloria. Solo bitácora, esfuerzo y disciplina.
Cápsula Naval
Por Homero Luis Lajara sola
En el mar, como en la vida, no hay viento favorable para el que no sabe a qué puerto se dirige… pero aún con rumbo claro, sin disciplina la nave no avanza.
La historia naval está llena de sueños que encallaron por indisciplina y de imposibles conquistados por el temple del carácter.
Ulises, en La Odisea, no solo llegó a Ítaca por su astucia, sino por su férrea disciplina para resistir los cantos de las sirenas y las tentaciones del olvido.
Mandó a su tripulación taparse los oídos y a él mismo atarse al mástil: símbolo eterno de que los impulsos deben someterse a la voluntad cuando hay un destino mayor en juego.
En el siglo XVIII, el almirante inglés Horatio Nelson se hizo leyenda no por la fuerza de su flota, sino por el rigor con que entrenaba a sus hombres: “Nada de lo que ocurre en combate debe sorprender a un marino bien preparado”. Su disciplina diaria transformó naves dispersas en una fuerza imbatible.
Y en aguas más cercanas, recordamos a Juan Bautista Cambiaso, fundador de nuestra Armada, quien en plena adversidad organizó a un grupo de patriotas con más determinación que recursos, y venció en la batalla naval de Tortuguero. ¿Qué lo sostuvo? Disciplina y fe en el deber.
Joven marino, oficial, ciudadano del mar:
Nadie cruza la tempestad con promesas. Solo con disciplina.
Nadie llega a puerto seguro soñando. Solo remando cada día.
Así que cuando flaquee la motivación, refúgiate en la rutina bien ejecutada.
Cuando dudes del camino, recuerda que la brújula puede fallar, pero el deber no.
No hay atajo hacia la gloria. Solo bitácora, esfuerzo y disciplina.
Porque la mar premia al constante, no al que improvisa con viento en popa.
Dedicado para todo aquel que navega su destino con honor.
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