sábado, 9 de agosto de 2025

Ojo avizor y rumbo correcto




El Leño Pinto Digital

Invertir en poder naval no es un gasto: es asegurar que las rutas comerciales, los recursos marinos y la paz social naveguen bajo pabellón seguro. 

Cápsula naval
 


Por Homero Luis Lajara Solá 
 
En la mar y en los ríos, la presencia armada no es un lujo: es la quilla que sostiene la autoridad. 

Cuando un guardacostas rápido, diseñado y artillado para interceptar cargamentos ilícitos, se degrada a funciones secundarias o se despoja de su armamento, el canal queda abierto para que el delito —en especial el narcotráfico que avanza desde el sur— navegue sin oposición.

Así ocurrió recientemente en un país hermano: guardacostas de alta velocidad, equipados para misiones críticas, fueron desarmados y reasignados a tareas menores. 

Resultado: menor presencia disuasoria, menor capacidad de respuesta y una marea favorable para contrabandistas y narcotraficantes.

En contraste, la decisión del Gobierno dominicano de adquirir nuevas unidades navales patrulleras y guardacostas armados es una maniobra estratégica que fortalece la línea de flotación de nuestra defensa marítima. 

Cada casco nuevo es un vigía más en el horizonte; cada máquina encendida, un nudo ganado contra las redes criminales; cada tripulación entrenada, un ancla firme para la soberanía.

Invertir en poder naval no es un gasto: es asegurar que las rutas comerciales, los recursos marinos y la paz social naveguen bajo pabellón seguro. 

Hoy, la proa apunta al rumbo correcto, y en la mar, eso lo es todo.

Ojo avizor, República Dominicana.

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