El Leño Pinto Digital
La cadena no puede volver a romperse. La patria y la mar no perdonan negligencias
CÁPSULA NAVAL
Por Homero Luis Lajara Solá
La cadena que sostiene nuestra nave no es solo de acero: está forjada en disciplina, honor y responsabilidad.
En estos días recientes, algunos eslabones han mostrado fisuras— daños de años atrás—que amenazan con romperla. ¡¡No podemos permitirlo!!
Cada eslabón —desde el marinero más joven hasta el oficial más antiguo— tiene una función vital. Si uno falla, la cadena se quiebra y la nave queda a la deriva.
Por eso, corresponde al mando revisar cada eslabón sin contemplación, aplicando la vertical disciplinaria con rigor, porque la indulgencia ante la indisciplina solo genera más debilidad.
Es justo reconocer que la gran mayoría de nuestros hombres y mujeres de mar son honorables, servidores con vocación y coraje que dan lustre al uniforme naval.
Sin embargo, basta un solo eslabón corroído para comprometer toda la cadena.
Así como en alta mar no hay espacio para maniobras inseguras, en la vida naval no hay cabida para la complacencia.
Si un cabo descuida su guardia, si un oficial omite su inspección, si un superior tolera la flojedad, se rompe la cadena de mando, se rompe la moral y se rompe la misión.
Para darle firmeza y rumbo a esta cadena se necesitan timoneles experimentados e íntegros, con reputación tan transparente como el blanco del uniforme naval.
Porque solo así podemos mantener el timón firme en medio de la tormenta y asegurar que la nave avance recta, sin temor y sin avería moral.
La cadena no puede volver a romperse. La patria y la mar no perdonan negligencias.
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