El Leño Pinto Digital
CÁPSULA NAVAL
Por Homero Luis Lajara Sola
Hace unos años, en mis estudios, leí en un libro de la biblioteca del Colegio de Guerra Naval en Newport, Rhode Island, EE. UU., que un viejo lobo de mar —mientras trazaba el rumbo con escuadra y compás sobre la carta náutica de la vida— aconsejó a sus marinos:
“En esta travesía hay que mirar en cinco direcciones si no quieres naufragar:
Primera, al frente, para saber hacia dónde apunta tu proa.
Segunda, a la popa, para no olvidar de qué puerto zarpaste.
Tercera, hacia cubierta, para asegurarte de no estar pisando a nadie en tu ascenso al puente de mando.
Cuarta, a babor y estribor, para reconocer a quienes reman contigo, incluso con mareas adversas.
Y quinta, hacia el firmamento, porque hay una fuerza superior que guía, incluso cuando la brújula parece rota.”
Navegar no es sólo avanzar. Es aprender de cada tormenta, interpretar cada corriente, y crecer con cada escora.
Cada encuentro en altamar tiene un mensaje. Cada escollo, una lección.
El mar enseña que el agradecimiento es ancla del alma, y que la resistencia —como el casco de acero— se forja a golpe de ola.
La paciencia es la vela mayor de los navegantes sabios.
Sigue tu carta de sueños, pero sin dejar de ser humano con los náufragos del camino.
Recuerda: la vida no es un puerto final, sino un derrotero.
Y cada milla recorrida es parte de tu bitácora.
Y lo que haces… define el rumbo de tu embarcación.
Fin de la transmisión.
Mantén firme el timón, marinero.
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