Por Ricardo Rojas Vicioso.
Luego de una investigación por la Autoridad Metropolitana del
transporte se determinó que el culpable del accidente que cobró la vida de más
de 18 personas y causo heridas a otros 15
fue el conductor de la patana Ronal Liriano.
Pero esto no es sorpresa tanto camioneros como los guagüeros se
han convertido desde hace muchos años en una gran amenaza para peatones,
conductores y el transito nacional.
El manejo temerario ocupando el carril contrario produjo el
impacto con el vehículo que transportaba los evangélicos, dejando los muertos y
heridos muchos en estado muy crítico.
Sin embargo no hay forma que esos conductores sean sometidos
al respeto, no solo de las leyes de tránsito, sino al respeto de la ciudadanía.
Las imprudencias y el manejo temerarios que los caracteriza,
le han hecho ganar un lugar muy especial de desprecio y temor en la población que les ve como una amenaza insolente.
Solo esperemos que el caso reciente de Samaná este conductor
de la patana que causo tantas pérdidas humanas, y dolor a la familia dominicana,
reciba un castigo ejemplar por un juez que se quiera ganar la gloria.
Las fotografías retratan de forma desgarradora la muerte,
heridas y sufrimiento causado por esa imprudencia, la cual da una muestra de la
capacidad de destrucción que representa entregarles un vehículo a personas que no tenga la capacidad.
La sociedad dominicana y en especial los que pudieron sobre
vivir, y familiares de estos como de los que lamentablemente, no tuvieron la
suerte de salvar sus vidas, esperan que se haga justicia castigando el
responsable directo
Pero además se necesita de forma urgente que las autoridades tomen medidas para que
este tipo de accidentes no vuelva a ocurrir
en el futuro.
Los guagüeros y camioneros con su manejo
temerarios, han convertido en un peligro el conducir por las calles y
carreteras del país
Es muy común ver como conducen,
sin tener el más mínimo respeto por los demás conductores a los cuales les
tiran o cierran con sus pesados vehículos, obligándolos a defenderse y cederles
el paso de forma obligada.
En ocasiones se acerca muy cerca de los vehículos más
pequeños, y presionan con potentes bocinas, o el ruido de sus motores para que
le cedan el paso de forma amenazante sin importarle que dentro de ese vehículo vayan
mujeres, niños o personas mayores.
A pesar de esa mala conducta normal, ninguna autoridad quiere
enfrentarlos, cuentan con apoyo de poderosos sindicatos que presionan con un
peso muy fuente de influencia en las autoridades y el débil estado dominicano.
Los patanistas, guagüeros
que andan como chivos sin ley, las autoridades están en el deber y
responsabilidad de someterlos al respeto de las leyes de tránsito, pero sobre
todo al respeto de la vida humana, que ponen en peligro inmediatamente salen a
las calles como alma que lleva el diablo.
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