El convoy dominicano zarpó imponente del
muelle de Santo Domingo rumbo a España en devolución simbólica del primer viaje
del almirante Cristóbal Colón a la Española.
“Los Hombres deben ser gobernados por
leyes y no por la voluntad de otro hombre”.
-Moisés-
Homero Luis Lajara Solá
El 6 de septiembre de 1954, al rayar el
alba, el convoy dominicano compuesto por un destructor, una fragata y una
corbeta, zarpó imponente desde el muelle de Santo Domingo-simbolizando tres
carabelas-, con una dotación mixta de 685 hombres (tripulaciones, batallón de
infantería de marina, banda de músicos y 150 cadetes y guardiamarinas de las
Fuerzas Armadas con sus respectivos instructores), rumbo a España en devolución
simbólica del primer viaje de Colón a la Española. Una comitiva presidida por
el Jefe de Estado Mayor de la Marina de Guerra, almirante Luis Homero Lajara
Burgos -mentor del viaje-, después de visitar puertos españoles, fue recibida
en audiencia solemne por el caudillo, generalísimo Francisco Franco, en el
Palacio Real de El Pardo, Madrid. Nuestra escuadra naval retornó orgullosa a la
Patria el 9 de noviembre de ese histórico 1954.
El éxito de esa Misión Naval-despliegue
militar dominicano más numeroso al extranjero- sobrepasó las expectativas de
Trujillo, quien jamás imaginó que al Jefe de la Marina le iban a
otorgar condecoraciones y reconocimientos que a él, quien acababa de finalizar
un viaje oficial a España, no le concedieron, resaltándose el Gran Cordón del
Apóstol Santiago y Académico de Honor de la Universidad de Madrid, argumentos
utilizados por los adláteres de todas las épocas para hacer que la carrera
naval de un joven almirante fuera arrojada por la borda, al izarse en su contra
el gallardete rojo de la dictadura.
Odisea de un éxito
Desde ese 6 de septiembre de ese peculiar 1954, al remontar la ruta Atlántica,
el destino del Jefe de la Marina, por destacarse más de lo permitido en una
dictadura, inició un rumbo de colisión. El 12 de diciembre le pasaron un
Consejo de Guerra (juicio militar), bajo la falsa acusación de
malversación de fondos, siendo descargado por su brillante exposición en
defensa de su honor, presentando toda la documentación financiera de su gestión
en La Armada. Pero por orden de Trujillo se efectuó otro juicio relámpago, dos
días después, el 14 de diciembre -violándose todos los procedimientos-, sin la
presencia del acusado. Aunque a la sentencia se le cambió el calificativo de
malversación de fondos por violación a la Ley de Presupuesto, se falló,
-violando el Código de Justicia de las Fuerzas Armadas ( Ley 3483/1953),
principalmente en su Art. 107, reduciendo el grado del contralmirante de dos
estrellas Luis Homero Lajara Burgos al rango de capitán de corbeta (mayor).
Trujillo, posterior a ese hecho, como
una manera de comprometer al recién trasladado coronel del Ejército Nacional
Lajara Burgos (la doctrina de las dictaduras no acepta renuncias), lo designó
sorpresivamente Jefe de la Policía Nacional. Como oficial formado en los EEUU e
Inglaterra, inició una reforma policial, empezando por la reestructuración
orgánica del cuerpo del orden, logrando incorporar la figura del Subjefe-Decreto
del Poder Ejecutivo No. 821 d./f. 6 de mayo de 1955-, y sustituyendo las
insignias que utilizaban los policías, de municipales a las que utilizan las
FFAA, para imponer respeto y autoridad policial, visualizando el concepto que
todavía hoy se debate de segregar la seguridad ciudadana de la defensa
nacional, otorgándole así al cuerpo policial su primera misión.
El generalísimo le entregó personalmente
al Jefe de la Policía un listado con ocho nombres, con las instrucciones:
“resuelva”. Al este oficial naval no cumplir una orden de tal naturaleza,
alegando que “esas cosas tenían su gente”, fue destituido ipso facto,
transferido de nuevo a La Marina y designado -por segunda ocasión- Agregado
Naval en Washington D.C. La estela luminosa del viaje a España no se borraba de
la mente macabra del iracundo dictador. A su regreso de un exilio
disfrazado (1955-1957), lo nombraron -de nuevo- coronel del Ejército, y en el
1959 fue cancelado de las Fuerzas Armadas por interceder contra un abuso del
régimen en perjuicio de una pareja de esposos en Barahona. La idea de que la
caída del régimen lo encontrara activo y con mando se fue a pique. El cisne
negro actuó y decidió.
El entonces ex contralmirante
Lajara Burgos, el 2 de febrero de 1962, elevó, mediante instancia a la
Suprema Corte de Justicia, un recurso de revisión para la corrección de esa
ilegalidad de la dictadura, y posteriormente, al ver la inercia, casi tres años
después, se dirigió por carta al Presidente de facto, Dr. Donald Reid Cabral,
solicitando su pensión como contralmirante, siendo rechazada la misma por una
recomendación desfavorable del Jefe de la Marina de Guerra, alegando
(sustentado en un juicio ilegal, ordenado por un tirano) que ese ex oficial fue
retrogradado de ese rango por sentencia de un Consejo de Guerra -oficio 0073
d./f. 18 febrero del 1965, del Jefe de La Marina al Presidente de la
República-, entre otras razones subyacentes, por el exmilitar
constitucionalista estar en ese capítulo de nuestra historia al lado del
expresidente Juan Bosch.
UNA BATALLA LEGAL DE CASI TRES LUSTROS
Después de una batalla legal de casi tres lustros -incluyendo otra instancia a la Suprema Corte de Justicia en fecha 4-3-66-, se impartió justicia. La pensión como contralmirante le fue restablecida a Luis Homero Lajara Burgos, mediante el Decreto del Poder Ejecutivo No.2347 d. /f. 23 de septiembre de 1976. Como paradoja del destino, mediante otro Decreto del Poder Ejecutivo (No.2724 d. /f. 21 de septiembre de 1981), “sustentado” en el juicio militar títere de 1954, ordenado por un dictador -en un gobierno democrático que se caracterizó por el respeto a las libertades públicas-, le fue cancelada la pensión como contralmirante, siendo restablecida la misma -previo estudio del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas-, mediante el Decreto del Poder Ejecutivo No. 1736, d. /f. 17 de enero de 1984.
La odisea aún no finalizaba. Al
modificarse el Artículo 28 de la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas -a
solicitud del Jefe de la Marina-, mediante la Ley 588 d. /f. 3-5-77, se eliminó
el grado de comodoro (una estrella) y los oficiales navales que ostentaban ese
rango pasaron a denominarse como contralmirantes (antes eran de dos estrellas),
y los contralmirantes como vicealmirantes (antes eran de tres estrellas).
Derivada del abuso de poder de Trujillo,
se originó otra batalla legal reclamando “derechos adquiridos”. Mediante
comunicación del Secretario de Estado de las Fuerzas Armadas, fechada 23
de junio de 1977, se respondió a otra del contralmirante retirado (de dos
estrellas) Lajara Burgos -precisando su nuevo grado de vicealmirante-,
argumentándose que la ley era solo para “los oficiales generales
activos”, creándose con esa interpretación errónea dos tipos de
contralmirantes, los retirados antes el 1977 (dos estrellas) y los retirados
después de 1977 (una estrella). El 11 de septiembre de 1984, el contralmirante
afectado se dirigió -por segunda ocasión-, al titular de las Fuerzas Armadas de
ese entonces y recibió -20 de octubre 1984-, la misma respuesta negativa del
1977; reafirmándose de manera implícita lo que constituyó otra reducción de
grado y monto salarial ilegales, ya decapitada la tiranía.
Con la ley como estandarte, en el 1996,
ya mi padre fallecido, retomé -casi dos décadas después-, su lucha legal,
logrando que se produjera la Resolución No.086-1997, de la Junta de Retiro de
las Fuerzas Armadas, y se emitiera el oficio No. 890 d. /f. 21-8-97, del
Consultor Jurídico del Poder Ejecutivo, otorgándose de pleno derecho la pensión
de vicealmirante a su viuda, corrigiéndose otra medida arbitraria e ilegal que
perjudicó -en mayor grado su dignidad-, al fenecido oficial almirante y
posteriormente a su viuda, desde 1977 al 1997. Así concluye la secuencia de
abusos legales y morales en contra del vicealmirante Luis Homero Lajara Burgos,
por algunos -actuando como corte imperial-, creerse estar por encima de la ley
y el derecho, olvidándose -lo escrito, escrito queda- del juicio inexorable del
tribunal perenne de la historia.


No hay comentarios.:
Publicar un comentario