Aniversario de la
Armada
Homero Luis Lajara Solá
Santo Domingo
“El Señor Dios había hecho los mundos
para otra cosa. Y especialmente había hecho la tierra y la había poblado para
que éstos vivieran en paz como si fueran hermanos, disfrutando entre todos de
las riquezas y las hermosuras que Él había puesto en las montañas y en los
valles, en los ríos y en los bosques”.
-Fragmento de un Cuento de Navidad- Juan
Bosch-
Allá por el siglo XVI, Pedro de la Cruz había edificado una casa en
tierras de Sevilla, España, a orillas del Gualdalquivir, donde construyó una
pequeña capilla de oración. Años más tarde, decidió ingresar al convento de San
Sebastián bajo la Orden de San Agustín, y tuvo la oportunidad, en el año
de 1570, de ir a Roma, donde adquirió la imagen de una Virgen,
gestionando con éxito ver al Papa con la pequeña imagen en busca de
su bendición, y el Sumo Pontífice, al recibirlo, le colocó la imagen en
sus manos diciéndole: “sub tuum presidium confungibus”(ponte bajo su amparo).
A partir de ese momento surge la Virgen del Amparo, a la cual se le
atribuye una infinidad de milagros, destacándose entre estos uno en particular,
cuando una gran tormenta acaecida en 1752, con sus vientos y lluvias
torrenciales, amenazaba hacer desaparecer el barrio de la Magdalena (Sevilla),
y los ruegos de sus habitantes a la Virgen lo salvaron.
Desde esa fecha, se inició la peregrinación hacia ese lugar,
pero solo en algunas ocasiones, hasta que, en el Siglo XX, se hicieron varias
peregrinaciones, una en 1939, otra en 1949 y posteriormente en el año 1950. En
el año 2002 volvió a reanudarse desde la Plaza de la Pila hasta el barrio de la
Magdalena.
En nuestro país, según me relató el almirante Ramón Julio Didiez Burgos,
quien junto al también almirante César De Windt Lavandier fueron los
precursores de esta tradición naval, desde que la imagen santa fue depositada y
venerada por nuestros marinos en la pétrea iglesia de Santa Bárbara en el Siglo
XVII, implorando por sus vidas en los peligros del misterioso mar, así como sus
victorias en combates navales en las guerras de independencia, la procesión se
ha realizado de manera continua desde el año de 1948. Es a partir de esa
fecha, que la Virgen del Amparo fue adoptada oficialmente como Patrona de la
Marina de Guerra dominicana, hoy Armada de República Dominicana. “Una
Profesión Honorable”.
En esta época, cuando la brisa navideña nos toca para darnos cuenta
de que casi sobrevivimos un año más, hacemos remembranzas a esas viejas
tradiciones que son fundamentales para no perder nuestra esencia y ese amor
interior que nos hace atar con los grillos del honor, no forjados en metal,
sino en una dominicanidad que se consagró a machete y pólvora hacen casi
171 años, para que el Alma Nacional viva por siempre.
Y es que desde mi niñez, estoy escuchando sobre la Santa Patrona naval de
la voz de mi siempre recordado y venerado progenitor y del almirante Didiez
Burgos, mi tío/padrino, quien me concedió el honor al obsequiarme su medallón
de la Virgen del Amparo, que conservo como reliquia histórica y familiar.
Ese medallón tiene una historia fascinante, sobre todo para aquellos
amantes del arte del ancla y el arganeo, en vista de que, en el apogeo de la
Segunda Guerra Mundial, el 21 de mayo de 1942, el vapor Presidente, de bandera dominicana,
navegando desde Martinica, Fort de France, hacia San Juan, Puerto Rico, fue
impactado por un torpedo del submarino alemán U-156.
En la tripulación del barco dominicano se encontraba el comandante Didiez,
quien salvó su vida milagrosamente en esos revueltos mares de Poseidón; según
me relató, por obra y gracia de la Virgen del Amparo, aferrándose al
medallón -con efigie gravada en el Siglo XVII, por el sevillano
Gabriel José de Jesús Díaz-, de la misma manera que lo hizo el héroe
griego Ulises a un palo, después de finalizada la guerra frente a los muros de
la fortaleza de Asgard (Troya), cuando su nave se hundió, rumbo a su hogar en
la isla de Itaca.
El almirante Lajara Burgos, rememorando las peripecias de lobo
de mar del almirante Didiez, siempre recitaba esa estrofa de los versos a la
Virgen:
Cuando braman galernas en los mares y el cielo de borrasca se oscurece,
mi Virgen del Amparo no hay pesares,
si la fe en mi pecho por ti crece.
mi Virgen del Amparo no hay pesares,
si la fe en mi pecho por ti crece.
Finalizando el año, desde la Tercera República, hace hoy 66 años, la
tradición de la Virgen del Amparo es mantenida por la Armada Dominicana, con
una misa solemne con la imagen de la Virgen presente en la Capilla de la
Iglesia Santa Bárbara, cada 17 de diciembre, y la Procesión con la Sagrada
Imagen (cuya escultura se atribuye al escultor flamenco Roque Balduque, en el
Siglo XVI), que hace un recorrido hasta el muelle de la puerta de don Diego, y
aborda un buque de la Armada, llevando a la Virgen desde ese puerto al
apostadero naval de Sans Souci.
Al atracar el buque con la Virgen en el apostadero, se traslada a la
Base Naval 27 de Febrero, donde a su llegada sitúa la Virgen frente a la
comandancia de la base, donde están formados los marineros que con motivo a tan
magna ocasión, van a ser indultados por faltas leves al reglamento militar.
Acto seguido, se traslada a la Virgen a la capilla del indicado recinto
naval- primera construida dentro de un campamento militar en la República
Dominicana, donde se coloca su sagrada imagen, simbolizada en fina pieza
de orfebrería, permaneciendo de pie para la eternidad, vestida con su túnica,
toca y manto azul, sosteniendo en su brazo derecho (estribor) un corazón alado,
y en su brazo izquierdo (babor) sujeta al niño Jesús, protegiendo a los marinos
dominicanos en sus periplos navales y demás servicios a la Patria.
Como colofón, se cierran las actividades del día, con la Salve a la Virgen
en la capilla, y la tradicional Verbena, donde se cantan villancicos,
compartiendo la gran familia naval y sus relacionados la “tradición de la
Navidad”. Al otro día, 18 de diciembre, que es el día de la Patrona, en
la base naval, tiene efecto una misa solemne, y posteriormente, en la Academia
Naval, se efectúa el acto de graduación de la promoción de caballeros
guardiamarinas (cadetes).
En esta última entrega de 2014, casi al cierre de mi Cuaderno de
Bitácora, doy gracias a Dios por darme salud y visión, y a quienes me honran
leyendo mis ensayos, al cumplirse dos años de interesantes y
didácticas singladuras, en las cuales he tratado de contribuir a enfilar al
rumbo verdadero del progreso, las luces de la civilización y la
institucionalidad, desde la cubierta del portaaviones de la pluralidad
democrática: el Listín Diario.
Que la Estrella de Belén, esa que alumbró el camino a los Reyes Magos que
colmaron de regalos al niño Jesús en un humilde pesebre, ilumine a todos los
dominicanos, de manera especial a nuestros hombres y mujeres, de ayer y de hoy,
que con su desempeño han mantenido el blanco del uniforme, para que en el
año que ya casi otea el horizonte, sean bendecidos por el Altísimo con
mucha salud, paz y progreso, junto a sus seres queridos. ¡¡Feliz Navidad
y un Venturoso 2015!!
Fuente Listìn Diario.