Pensamientos domingueros

El Leño Pinto Digital

Pensamientos domingueros

“Las ramas de los arbustos las separa el viento”.

Por

Homero Luis Lajara Solá 

La frase sugiere que lo accesorio, lo frágil y lo superficial es siempre lo primero que se dispersa cuando llega una fuerza externa. 

Las ramas finas no resisten la ráfaga; se inclinan, se quiebran o se apartan.

 El viento —metáfora del tiempo, de la verdad o de la adversidad— revela de inmediato qué parte de un ser humano, de una institución o de una relación es auténtica y qué parte es pura apariencia. 

Lo esencial permanece; lo ornamental sale volando. Así ha sido desde los estoicos hasta Pascal: la prueba no inventa nada, solo desnuda lo que ya estaba allí.

En términos de conducción, mando y toma de decisiones, la frase recuerda que los sistemas complejos fallan primero por sus bordes más débiles. 

Cuando sopla el viento —crisis política, presión mediática, tensión operacional, ruido institucional— las “ramas sueltas” representan los flancos mal asegurados: personal no alineado, procesos ambiguos, normativas difusas, improvisaciones que se toleraron por comodidad. Todo eso se separa y expone el tronco.

Un buen estratega entiende que el viento es inevitable; la vulnerabilidad no. 

La clave está en identificar qué ramas podrán doblarse sin romperse y cuáles, si se desprenden, comprometerán la estructura completa. 

En el arte naval, en la táctica terrestre o en la conducción institucional, prepararse para el viento no implica evitarlo, sino consolidar las raíces y reforzar aquello que no puede dispersarse.

Síntesis aplicable hoy.

Cuando llegue la próxima ráfaga —política, social o institucional— no se juzgará a nadie por las ramas que el viento se llevó, sino por la firmeza del tronco y la profundidad de las raíces. Y cada líder sabe, en silencio, dónde están las suyas.