lunes, 29 de septiembre de 2025

El presidente Abinader y el reloj del tiempo para recomponer su gobierno…





El Leño Pinto Digital

Por Salvador Holguín, diciendo lo que otros callan.

Hace un tiempo advertí, de muy buena fe, al presidente Luis Rodolfo Abinader que debía prestar mucha atención a la situación que comenzaba a gestarse en el país: la ineptitud e incapacidad de una parte importante de sus funcionarios. Muchos de ellos, en lugar de enfocarse en las responsabilidades administrativas que les corresponden, optaron por dedicar su tiempo y energía a proyectos personales, políticos y hasta comerciales, dejando cada vez más solo al gobernante.

El problema es claro: un mandatario sin el respaldo efectivo de sus funcionarios se convierte en un líder vulnerable, expuesto a las críticas de la oposición y al desgaste natural del poder. Esa desconexión entre la dirección del Estado y sus ejecutores en las instituciones es, en buena medida, la raíz de la insatisfacción que se percibe en sectores de la sociedad.

Un ejemplo ilustrativo fue el fenómeno social que generó la canción del rapero Shelow Shaq titulada “Tá de pinga”. Aunque muchos lo vieron como simple entretenimiento, lo cierto es que la música urbana refleja, con crudeza, el sentir popular. Y cuando los pueblos empiezan a cantar sus necesidades, lo hacen porque existe un malestar profundo que no se puede ignorar. Las canciones se vuelven gritos colectivos de inconformidad, y esos reclamos rara vez son perdonados por el pueblo dominicano.

Ese clima le está sirviendo en bandeja de plata a la oposición los argumentos necesarios para intentar desfigurar la gestión de Abinader y provocar inestabilidad política y social. Es una oportunidad que ningún adversario dejará pasar. Por eso, señor presidente, ha llegado el momento de remover la mata. Se requiere un cambio profundo y visible en su equipo de trabajo: poner a rodar cabezas si es necesario, porque —como dice el refrán— primero va Dios que sus santos. El país necesita un gobierno con rumbo firme, renovado y capaz de dar respuestas concretas a las demandas de la población.

Lo positivo es que aún no es tarde. El gobernante Luis Abinader todavía tiene la oportunidad de reimpulsar su gestión, corregir errores y fortalecer su liderazgo. De no hacerlo, corre el riesgo de que el descontento se convierta en una bola de nieve que arrastre no solo a su gobierno, sino también las aspiraciones de continuidad de su partido.

El reloj político sigue corriendo, pero la esperanza de rectificar continúa vigente.


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