El Leño Pinto Digital
“Desde el instante en que se entrega el mando, inicia el correr del reloj de arena de nuestra evaluación ante el tribunal de la historia, y allí la posición que ocuparemos dependerá de la estela que hayamos dejado…
y esa, comandante, no se borra”.
Cápsula Naval
Por Homero Luis Lajara Solá
Cuando la vida y la Divina Providencia nos conceden la oportunidad de tomar el timón de la institución a la que ingresamos con un sueño casi inalcanzable para la mayoría, debemos preguntarnos, desde el primer día:
¿Cómo quiero que me recuerden?
¿Qué estela deseo dejar para que mi nombre fondee, con honor, en las páginas de oro de la historia naval de la República Dominicana?
¿Accionaré desde el primer momento con visión estratégica —sin pensar como mercantilista—, enfilado hacia la necesaria modernización de la flota, orientando el rumbo hacia puertos más seguros y eficientes?
¿Fortaleceré una doctrina institucional con el catalejo del líder que ajusta velas hacia los vientos del deber y la excelencia, siendo agente de la creación y actualización de las leyes que nos dan fuerza y cohesión?
¿Mantendré una comunicación interna clara, de forma que toda la tripulación sepa, sin lugar a dudas, qué se espera de ellos y cuál es el derrotero común?
¿Impactaré positivamente en las futuras generaciones de marinos, legándoles cartas náuticas para que naveguen más lejos y con mayor pericia?
¿Sabré aprovechar los vientos presupuestarios favorables del gobierno de turno —con transparencia— para dar singladuras firmes y productivas?
¿Los valiosos alistados, alma y máquina de la nave, me recordarán por la consideración y respeto que les brindé?
La historia —y no el hombre con sus sesgos o egos inflados— será quien dicte el veredicto.
Desde el instante en que se entrega el mando, inicia el correr del reloj de arena de nuestra evaluación ante el tribunal de la historia, y allí la posición que ocuparemos dependerá de la estela que hayamos dejado…
y esa, comandante, no se borra.
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