domingo, 17 de agosto de 2025

Saladino, el timonel del honor




El Leño Pinto Digital

Cápsula Naval –  


Por Homero Luis Lajara Solá 

En el vasto mar de la historia militar, pocos capitanes han navegado con la brújula del honor tan firme como  Saladino (Salah ad-Din), el  soldado de tierra adentro que, con pericia de estratega y temple de navegante en aguas hostiles, unificó las velas dispersas del islam y enfrentó la poderosa milicia cruzada con espada, astucia y respeto por el adversario.    

Su rival más constante fue el joven rey Balduino IV de Jerusalén, un timonel enfermo pero digno, con quien, a pesar de estar en bandos opuestos, mantenía singladuras de cortesía: intercambio de obsequios, cartas y treguas que calmaban temporalmente los mares embravecidos de la guerra.

Años después, cuando Jerusalén arrió su estandarte ante la proa de Saladino, el sultán fondeó en silencio ante la tumba de Balduino, no como vencedor que entra en puerto enemigo, sino como marino que rinde honores al capitán de otra nave hundida por las tormentas del tiempo.

Durante el asedio a un bastión cruzado, Saladino avistó que en una de sus torres se celebraba una boda. Dio orden clara al artillero y al arquero: 

“No disparen contra ese mástil, ni una saeta ni un golpe”. Así, la ceremonia zarpó sin sobresaltos, aunque la mar de la guerra rugía alrededor.

Su médico de cámara era Maimónides, un sabio judío exiliado, a quien Saladino rescató del naufragio de la intolerancia europea. 

En un tiempo en que en Occidente se arrojaban al fuego las embarcaciones de la sabiduría, él supo mantener a salvo ese faro, convencido de que la fe es un rumbo, pero la inteligencia es la carta náutica que guía la travesía.

Cuando arrió por última vez su vela en 1193, Saladino no dejó cofres ni tesoros. Todo lo había repartido entre los necesitados. 

En su funeral, un servidor marchó al frente portando su mortaja como única carga, anunciando a los cuatro vientos:

 “Esto es todo lo que nuestro capitán se lleva de esta singladura: un lienzo blanco”.

Así, Saladino se ganó un puesto en la carta de marea de la historia, no solo por sus victorias, sino porque incluso sus adversarios reconocieron que navegó siempre con el timón del honor bien firme, y que su estela, lejos de borrarse, sigue marcando rumbos para quienes aún creen  en la nobleza de la guerra justa.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Saladino, el timonel del honor

El Leño Pinto Digital Cápsula Naval –   Por Homero Luis Lajara Solá  En el vasto mar de la historia militar, pocos capitanes han navegado co...