El Leño Pinto Digital
Cápsula Naval
Por Homero Luis Lajara Solá
En toda singladura hay puertos que conviene evitar.
Las tabernas de muelles donde atracan buques carboneros, espacios donde—bajo la influencia del dios Baco— el interés personal desplaza al institucional, generan corrientes contrarias al interés nacional.
El marino que honra su uniforme entiende que la brújula de los principios no debe desviarse por el vaivén de las modas ni por la marejada de la revolución tecnológica, que a veces pretende transformar el servicio en espectáculo, quebrando diametralmente la doctrina militar.
Morir invicto es llegar al final sin haber claudicado ante la tentación de desviar el timón por conveniencia o temor.
Es mantener el rumbo recto, ajustando las velas al viento del deber, con la proa firme hacia el honor, hasta dar la vuelta de campana.
Así lo demostró el almirante Horatio Nelson en Trafalgar: herido de muerte, ordenó:
“Engánchense a ellos y no nos separemos”, manteniendo la formación hasta asegurar la victoria.
Ese temple es el faro que debe guiar a todo marino: el timón de la honra no admite manos temblorosas.
Esa voz de mando firme de espíritu y de convicciones es la que toda tripulación necesita sentir de su comandante.
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