El Leño Pinto Digital
La corriente correcta siempre conduce al puerto seguro.
CÁPSULA NAVAL
Por Homero Luis Lajara Solá
En la navegación de la vida, las cosas buenas siempre llegan como los vientos favorables.
A veces soplan despacio, como brisa constante que hace henchir las velas; otras irrumpen de golpe, como ráfagas que alteran la singladura y obligan al timonel a reafirmar el rumbo.
Cuando el horizonte se oscurece y la mar se torna gris, surge un rayo de sol que rompe las nubes y recuerda que ningún temporal es eterno.
Aquello que parece tardar no está perdido en el océano; se va gestando como ola lejana que crecerá hasta alcanzarnos en el instante propicio.
Por eso, marino, mantén firme el timón, confía en la derrota trazada, respira hondo y sigue navegando con fe.
La corriente correcta siempre conduce al puerto seguro.
Ese mensaje lo recuerda El Principito, obra escrita en 1943 por el aviador y escritor francés Antoine de Saint-Exupéry.
Bajo la apariencia de un cuento sencillo, encierra una verdad que todo marino debe comprender: lo esencial es invisible a los ojos, como las corrientes y vientos que guían la derrota al puerto de la dignidad.
Solo con fe y confianza en lo noble e invisible, un domingo cualquiera, se alcanza el atracadero de la esperanza.
Pero más aún: no basta con arribar al muelle; se trata de llegar en buena lid, sin el lastre de la ignominia, pues solo así el propósito del deber cumplido se convierte en brújula que honra nuestra travesía.
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