El Leño Pinto Digital
“La mar de la creación siempre recompensa al que confía en su derrota.”
CÁPSULA NAVAL
Por Homero Luis Lajara Solá
En la navegación de la escritura, como en la mar abierta, abundan temporales que ponen a prueba el temple del capitán.
A veces, lo más difícil no es llevar el timón, sino resistir las voces del puerto que anuncian naufragio antes de zarpar.
Eso vivió Julio Verne en 1863, cuando presentó a su editor la novela París en el siglo XX.
Allí trazaba en su carta de derrota un mundo adelantado a su tiempo: carruajes sin caballos que eran en realidad automóviles; torres de hierro y cristal que anticipaban los rascacielos; redes telegráficas y máquinas perfeccionadas que presagiaban la computadora y el internet; y una sociedad regida por la brújula de la tecnología y las finanzas.
El dictamen del editor fue tajante: “Es ridículo, nadie lo leerá”. La obra quedó estibada como lastre en un cofre cerrado, sin oportunidad de hacerse a la mar. Y así permaneció más de un siglo.
Pero todo navío aguarda su marea. En 1994, un descendiente de Verne rescató el manuscrito, y al izar nuevamente sus velas, se comprobó que lo que ayer parecía quimera ya era realidad cotidiana.
Verne había zarpado demasiado pronto, pero su singladura no fue en vano: aguardó paciente hasta arribar al puerto de la posteridad.
Aunque no pudo ver su obra, quedó perpetuado en la historia, viviendo eternamente en todas las bibliotecas del mundo.
Por eso, joven escritor, no arriés tus velas ante el primer temporal.
La mar de la creación siempre recompensa al que con honor confía en su derrota.
Ninguna gran obra se pierde en el océano del tiempo: tarde o temprano, la corriente justa la conducirá al puerto que merece.
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