miércoles, 20 de agosto de 2025

EL RUMBO DE LOS COMANDANTES



Comandante  Ramón Julio Didiez Burgos. Primer jefe de Estado Mayor de la Marina de Guerra de la tercera República (1947)


El Leño Pinto Digital


Un marino no sigue voces vacías, sigue al comandante cuya vida es carta de navegación auténtica.

CÁPSULA NAVAL


Por Homero Luis Lajara Solá 

En la mar, cada tripulación se aferra a la confianza en su comandante. 

Un buen timonel no sólo conoce las cartas de navegación, sino que inspira con sus hechos, con la serenidad del que sabe leer el viento y la firmeza del que no duda al ordenar virar en plena tormenta.

El marino que aspira a mandar debe, antes, aprender a obedecer. La filosofía de la mar enseña que no se puede trazar un rumbo sin haber seguido antes la estela de quienes condujeron la nave con honor. 

La obediencia forja carácter; la experiencia de servicio templado convierte al subordinado en futuro líder.

Un episodio épico ilustra esta verdad: en 1805, en Trafalgar, el almirante Horatio Nelson ordenó a su flota avanzar en columnas contra una fuerza numéricamente superior. 

Sus hombres no dudaron; confiaban en que el rumbo trazado por su comandante los llevaría a la victoria. Y así fue: aunque Nelson cayó en combate, su ejemplo inmortalizó la confianza en el liderazgo que inspira con hechos.

La enseñanza naval es clara: cuando la moral decae y la incertidumbre nubla el horizonte, recordar a los buenos comandantes —y esforzarse en serlo— mantiene firme el espíritu de la tripulación. 

El honor y la disciplina son el sol que atraviesa las nubes en medio del temporal.

Un marino no sigue voces vacías, sigue al comandante cuya vida es carta de navegación auténtica.

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