El Leño Pinto Digital
Porque solo el hombre —con su voluntad y su espíritu— puede construir la paz, defender su bandera y navegar con honor.
Cápsula naval
Por Homero Luis Lajara sola
En la mar, ningún artefacto —por avanzado que sea— sustituye al ojo entrenado del vigía ni al temple del comandante que decide en medio de la tormenta.
En la vida, ninguna inteligencia artificial podrá jamás reemplazar el alma humana que siente, ama, crea y se sacrifica por un ideal.
Porque fuimos hechos a imagen de Dios y no hay código ni circuito que capture ese misterio.
Las máquinas podrán procesar datos, pero no pueden tomar decisiones con ética ni sacrificarse por el bien común. El ser humano, en cambio, ha escrito la historia con sudor, sangre y fe.
Desde los escudos de los hoplitas en las Termópilas hasta el juramento de los marinos en cubierta, el honor y la voluntad han sido nuestros timón y velas.
En nuestras aguas, hombres como el almirante Cambiaso o los tripulantes del destructor D-101 que cruzaron el Atlántico en 1954, demostraron que la patria no se programa: se lleva en el corazón.
El mar enseña que la humanidad no puede ser sustituida porque no es solo técnica, sino también propósito.
El sentido de misión, el servicio desinteresado, la compasión en medio del deber, la lealtad silenciosa, la capacidad de perdonar y el valor de morir por algo más grande que uno mismo, son virtudes que ninguna máquina podrá emular.
Por eso, mientras existan hombres y mujeres de mar —formados en la doctrina, guiados por la fe y comprometidos con su nación—, no habrá algoritmo que reemplace la esencia de nuestra humanidad.
La historia sigue escribiéndose a fuerza de carácter. Los pueblos que recuerdan esto no temen al futuro porque saben que el alma no se digitaliza, ni se archiva: se honra.
Porque solo el hombre —con su voluntad y su espíritu— puede construir la paz, defender su bandera y navegar con honor.
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