lunes, 21 de julio de 2025

El espejo del carácter




El Leño Pinto Digital


Dicen que todos somos buenos… cuando nos conviene. Pero la pregunta que verdaderamente importa es: ¿quién eres cuando no necesitas nada de nadie?

Cápsula naval




Por Homero Luis Lajara Sola 


En la mar, no hay máscaras que resistan el salitre. Así también en la vida, el verdadero temple de un marino —o de cualquier ser humano— se mide cuando no hay recompensa a la vista.

Dicen que todos somos buenos… cuando nos conviene. Pero la pregunta que verdaderamente importa es: ¿quién eres cuando no necesitas nada de nadie?

¿Cómo tratas al marinero, al subalterno, al civil que no tiene nada que ofrecerte?
Ahí, en esa quietud sin intereses, se revela tu bitácora interior.

Es fácil sonreír cuando buscas ascenso. Es fácil ser cortés cuando esperas un favor.

Pero la integridad se prueba cuando no hay testigos ni beneficios, cuando tratas con respeto a quien no puede devolverte el favor  ni darte una palmadita institucional.

Porque el honor no se firma en un papel, ni se ostenta bajo las insignias: se demuestra en la cubierta baja, en la cocina del buque, en la mirada al más sencillo de los  grumetes.

La próxima vez que no necesites nada de alguien, míralo a los ojos.
Trátalo con la dignidad que mereces tú mismo.

Porque en ese gesto sin público, sin medalla, sin escalón…
Ahí se ve si estás hecho de viento pasajero o de madera noble de navío.

Eso es liderazgo. Eso es integridad. Eso es ser marino.

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