El desfile y mi asiento

El Leño Pinto Digital

“Porque el honor también se expresa en los pequeños gestos, y en saber retirarse sin resentimientos, pero a tiempo y con la frente en alto”.

Cápsula naval 

Por Homero Luis Lajara Sola 

De mi bitácora personal (2012)

El 16 de agosto de 2012 fui sustituido, por segunda vez, en el cargo de viceministro de Defensa—la primera vez para ser designado comandante general de la Armada—, posición que había desempeñado con sentido del deber, respeto a la institucionalidad y apego a los principios. 

El decreto que designaba a mi sucesor no mencionaba mi nombre, ni como cortesía administrativa, ni como reconocimiento protocolar. 

Una forma, quizás, poco elegante de cerrar un ciclo de servicio, pero que con los años se ha repetido con frecuencia, como parte de ciertos estilos de transición.

Ese mismo día, al mediodía, recibí una llamada  telefónica de una oficial  del departamento de relaciones públicas del ministerio de Defensa. Con amabilidad, me preguntó:

—Almirante, respetuosamente  ¿confirma su asistencia al desfile militar de hoy?

Respondí con la seguridad del que navega proa al viento:

—El problema es que en este desfile yo ya no tengo asiento. 

La  oficial, con buena intención, me dijo:

—Almirante, Ud. sabe que  tenemos sillas asignadas para los vicealmirantes y mayores generales.

Y entonces le respondí  con  firmeza reflexiva, lo que no hubiese podido decir en una dictadura, donde un “retiro voluntario” podría costar hasta  la vida:

—¿Usted cree que, después de tantos años sentado en la primera fila, junto al presidente de la República y al ministro de Defensa, corresponde ahora que me siente al fondo, mirando las nucas de aquellos que, por años, fueron mis subalternos?

Y añadí, con propósito formativo:

—Aprenda una palabra que en la vida naval no debe olvidarse jamás: dignidad. 

Practíquela, aplíquela a su propia carrera, y así tal vez brinde usted un mejor ejemplo a quienes están bajo su mando. 

Porque el honor también se expresa en los pequeños gestos, y en saber retirarse sin resentimientos, pero a tiempo y con la frente en alto.