El Leño Pinto Digital
"Cada embarcación que zarpa debe estar preparada para lo peor, aunque aspire a lo mejor"
Cápsula Naval
Por Homero Luis Lajara Solá
Cada mejora en la seguridad marítima no surgió en un escritorio, sino tras un naufragio. No fueron teorías, fueron vidas humanas a la deriva.
En 1820, el Essex fue hundido por un cachalote: su tripulación sobrevivió 90 días comiendo lo impensable.
En 1942, Poon Lim flotó solo 133 días en el Atlántico con un bidón y una red.
En 1982, Steven Callahan improvisó arpones y colectores de agua durante 76 días en mar abierto.
Y en 2012, Salvador Alvarenga cruzó el Pacífico a la deriva durante 438 días.
De esos hechos surgieron las balsas con techos térmicos, los kits de pesca, los desalinizadores portátiles y las radiobalizas satelitales.
Pero no basta con conocer estas historias.
Hay que entrenar. Hay que tecnificar. Hay que equipar.
Porque una unidad sin entrenamiento es un riesgo.
Y una balsa sin dotación completa, es una sentencia.
Las autoridades deben entenderlo:
la seguridad en el mar no es un gasto, es una obligación moral, operativa y estratégica.
Cada embarcación que zarpa debe estar preparada para lo peor, aunque aspire a lo mejor.
No es alarmismo. Es responsabilidad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario