El Leño Pinto Digital
⚓ Cápsula Naval
Por Homero Luis Lajara Solá
Desde tiempos inmemoriales, antes de que la brújula señalara el norte y los mapas surcaran el papel, los hombres del mar miraban al horizonte invocando nombres antiguos.
Cada cultura, al asomarse al océano, lo vio como un dios: impredecible, majestuoso y absoluto.
Estos son los guardianes míticos de las aguas, las deidades que aún hoy habitan en la memoria de los pueblos y el alma de los navegantes:
🔱 Grecia – Poseidón
El de la barba salobre y el tridente temible. Dios de mares, terremotos y corceles. Su humor dictaba la suerte de toda travesía: podía calmar las aguas o desatarlas en furia. Antes de levar anclas, se le ofrecía vino al abismo.
🌊 Roma – Neptuno
Reflejo latino de Poseidón, pero con el peso del Imperio. Protector de flotas y mercaderes. Su imagen adornaba proas y templos portuarios. Venerado no solo por su fuerza, sino por el dominio ordenado de las aguas.
🌬️ Nórdicos – Ægir y Rán
Él, el anfitrión de banquetes para los dioses; ella, la recolectora de almas marinas. Rán tendía su red bajo las olas para atrapar a los náufragos. Sus nueve hijas eran las olas: suaves o voraces, según la voluntad del mar.
🐉 Japón – Ryūjin (Watatsumi)
Dragón soberano de las profundidades. Habitante de un palacio de coral y perlas, donde custodiaba las joyas que dominaban las mareas. Pescadores le rendían culto para calmar tifones y encontrar rutas seguras.
🌴 Polinesia – Tangaroa (Kanaloa)
Padre océano y fuente de vida. No solo dominaba el mar, sino que era creador del mundo. En canoas talladas con devoción, los navegantes polinesios surcaban miles de millas guiados por su espíritu ancestral.
🌊 India – Varuna
Dios de los océanos y señor del orden cósmico. Vigilante de la moral y la verdad, su mirada penetraba el alma de los marineros. Montado en una criatura marina, regía las aguas y el equilibrio de los mundos.
🌑 Yoruba – Olokun
El abismo que da y que quita. Espíritu del mar profundo, misterioso como las corrientes invisibles. Fuente de sabiduría y riqueza, su dualidad —a veces hombre, a veces mujer— reflejaba la naturaleza cambiante del océano.
Navegar no es solo dominar el viento y la vela.
Es rendir tributo al pasado, a la espiritualidad de los mares, y entender que cada ola trae una historia contada por los pueblos que aprendieron a vivir entre la espuma y la eternidad…entre mitología y tradición⚓️.
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