El Leño Pinto Digital
“El que no planifica su viaje, se convierte en esclavo de sus errores.”
Cápsula Naval
Por Homero Luis Lajara Solá
En la ciencia de la navegación, como en la vida de los comandantes, el azar no tiene cabida. Cada travesía —por corta que sea— debe ser objeto de un estudio detallado, riguroso y anticipatorio.
Trazar un rumbo sin analizar vientos, corrientes, cartas náuticas, informes meteorológicos y capacidades del buque, equivale a soltar amarras con los ojos vendados.
El estudio previo de una travesía permite:
⚓ Evitar zonas peligrosas, como bajíos, arrecifes o rutas con alto tráfico.
Optimizar el consumo de combustible y recursos, eligiendo la derrota más eficiente.
Prever condiciones meteorológicas que podrían comprometer la seguridad del buque y la tripulación.
Establecer puntos de control y decisiones (waypoints), fundamentales ante escenarios imprevistos.
Definir protocolos de emergencia, zonas de resguardo y puertos alternos.
Una derrota bien planificada no solo evita errores catastróficos; también honra la tradición del marino responsable. El oficial que estudia su derrota no teme al mal tiempo, pues lleva la calma en la bitácora y la previsión en el compás.
Como dicen los estrategas navales de antaño:
“El que no planifica su viaje, se convierte en esclavo de sus errores.”
En toda singladura, el éxito comienza mucho antes de zarpar.
Porque en el arte de navegar —como en el liderazgo—, la improvisación es enemiga de la victoria.
A toda vela, pero con rumbo claro.
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