Recordemos: el mayor motín que debemos sofocar no es el de los hombres, sino el de nuestros miedos y pasiones personales cuando desafían el orden de nuestro propio navío.
El Leño Pinto Digital
Cápsula naval
Por Homero Luis Lajara Solá
En este vasto océano de tentaciones y corrientes traicioneras que es la vida, el mayor enemigo del navegante no siempre es el mar abierto ni la tormenta exterior: es su propia mente.
La mente, timonel de nuestros actos y brújula de nuestros destinos, no solo registra nuestras debilidades: también puede ser el astillero donde se forjan.
Quien no disciplina su pensamiento, termina varado en los bajíos del desaliento o encallado en los arrecifes de la desesperanza.
Como en el arte de gobernar un velero en plena tempestad, es imprescindible mantener firme el timón interior, enderezar el rumbo con la razón y reforzar las velas del espíritu con la fe, la disciplina y la voluntad.
Recordemos: el mayor motín que debemos sofocar no es el de los hombres, sino el de nuestros miedos y pasiones personales cuando desafían el orden de nuestro propio navío.
La mente no se conquista desde el puerto; se conquista en alta mar.
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