Sin disciplina, no hay orden; sin respeto al mando civil, no hay república; sin cadena de mando, no hay Armada.
El Leño Pinto Digital
CÁPSULA NAVAL
Por Homero Luis Lajara Solá
En esta era de sombras y confusión, donde la irreverencia pretende disfrazarse de modernidad y el caos quiere echar anclas en el corazón de nuestras instituciones, la Armada no puede perder su rumbo.
La excelencia no es un lujo: es una necesidad vital.
Y esa excelencia —en la que se forjan los verdaderos líderes— se construye sobre tres columnas inamovibles: la disciplina, el respeto al poder civil y la sagrada cadena de mando.
Sin disciplina, no hay orden; sin respeto al mando civil, no hay república; sin cadena de mando, no hay Armada.
Un oficial que se aparta de estas guías no es más que una embarcación a la deriva, por más condecoraciones que ostente.
Porque ser marino no es solo portar insignias, es obedecer con honor, mandar con el ejemplo y servir con lealtad, aun cuando la corriente pudiese arrastrar—con sus consecuencias— a los indignos hacia la desobediencia y el ego.
Hoy más que nunca, en tiempos de incertidumbre, la excelencia exige coherencia, integridad, firmeza, no arrogancia; lealtad institucional, no protagonismo personal; servicio desinteresado, no ambiciones encubiertas.
Quien comprende esto, no solo es digno del uniforme… es digno de la historia.
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