sábado, 17 de mayo de 2025

EL SILENCIO COMO TIMÓN ESTRATÉGICO





Maquiavelo, el viejo timonel de la astucia política, lo advirtió sin rodeos: “El que domina sus palabras, domina sus destinos.” 

El Leño Pinto Digital


Cápsula naval 
 

Por Homero L Lajara Solá 


En alta mar, cuando el oleaje arrecia y los vientos cruzados amenazan con desviar el rumbo, el capitán no grita: ordena con la mirada, se apoya en la brújula y guarda silencio hasta que el momento exige la voz. 

Así también navega el estratega: sabe que no toda verdad se proclama en voz alta ni todo pensamiento debe zarpar en palabras.

Maquiavelo, el viejo timonel de la astucia política, lo advirtió sin rodeos: “El que domina sus palabras, domina sus destinos.” 

Muchas veces callar no es cobardía, es maniobra. 

En la guerra, en la política o en los pasillos de mando, el silencio bien timoneado puede evitar colisiones, confundir al enemigo o preservar el honor cuando las aguas se enturbian.

El buen oficial no se deja arrastrar por las corrientes del espectáculo ni se convierte en esclavo de los micrófonos. 

El ruido no es sinónimo de liderazgo. Hay puentes de mando que se pierden por hablar de más y silencios que salvan travesías enteras.

Como decía un viejo contramaestre: “Cuando el barco cruje, escucha. Cuando el viento cambia, observa. 

Y cuando todo parezca en calma… no hables: afina el timón.”

Navegar la vida institucional requiere no sólo coraje y dirección, sino saber cuándo amainar las velas de la lengua. 

Porque quien sabe cuándo callar, también sabe cuándo vencer.

Bravo Zulu a los que gobiernan su voz como un navío: con firmeza, discreción y propósito.

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