La mente es el puente de mando, la serenidad, su brújula
El Leño Pinto Digital
Cápsula naval
Por Homero Luis Lajara Solá
En alta mar, como en la vida del mando, no basta con mover el timón si no se ha interpretado correctamente la carta náutica ni se ha observado con atención el girocompás.
El marino que desconoce la corriente, el viento y el entorno estratégico, queda a merced del azar, aunque comande un buque bien artillado.
El que controla su mente, controla el juego.
Sin dominio interior, toda maniobra es precipitada.
Un comandante puede ordenar movimientos, pero si no comprende el tablero —el escenario, los factores en juego y el tiempo—, está condenado al error.
La mente es el puente de mando, la serenidad, su brújula.
No se trata de mover piezas con prisa, sino de saber cuándo y por qué hacerlo.
Como en un rumbo bien trazado, el acierto no depende de la velocidad, sino del juicio con que se elige el rumbo.
Antes de ajustar velas o trazar nuevas derrotas, consulta tu carta náutica, observa la veleta y sobre todo, gobierna tu interior.
Porque como advirtieron los sabios del mundo antiguo, el más difícil de los dominios no es el mar embravecido, sino el alma sin timonel.
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