No confundamos jamás la obediencia con la claudicación moral.
El Leño Pinto Digital
Cápsula naval
Por Homero Luis Lajara Solá
Marinos del milenio:
Desde los albores de nuestra profesión, la disciplina ha sido el mástil que sostiene las velas de la institución militar.
Sujetos al principio de no deliberante, obedecemos rápida y resueltamente la orden legítima, conscientes de que la fuerza del servicio reside en la unidad de acción.
Pero en este noble sendero, no olvidemos: disciplina no es servilismo.
No es la sumisión ciega al error ni el naufragio de la conciencia en los mares de la conveniencia.
La auténtica disciplina exige fidelidad a la ley, a la justicia y al honor, aun si las corrientes del momento nos arrastran hacia costas de incomprensión o de derrota transitoria.
Cumplir la ley, aun en solitario, es el acto supremo de lealtad al juramento que un día hicimos ante la bandera y ante el océano.
Hoy, en este milenio de revolución tecnológica que ha abierto los ojos hasta en los más remotos compartimentos del cuartel, ya no existen estancos ni silencios eternos.
Cada acción y cada decisión quedan registradas en la bitácora de la historia y en la conciencia de los pueblos.
Por ello, el militar de este siglo debe navegar sujeto no solo a las órdenes legítimas, sino también al timón firme de la ley y del honor.
Todo lo que se hace fuera del marco de la ley acaba descubierto, juzgado, y pesa incluso cuando, ya alejados de los trajines del servicio, arribemos al puerto final de la existencia, donde la memoria revisa la travesía de nuestra vida.
No confundamos jamás la obediencia con la claudicación moral.
No es insubordinación exigirnos la rectitud primero a nosotros mismos.
Al contrario, es el más alto acto de disciplina: seguir la estrella polar de la justicia aun cuando las velas tiemblen y el horizonte se nuble.
Que cada uno de nosotros, al izar su bandera cada mañana o al recoger su jarcia al final del viaje, pueda decir, con la conciencia serena: “Fui fiel a la ley, fui fiel al honor, y mi vida navegó dignamente bajo el pabellón de mi patria.”
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