martes, 1 de abril de 2025

En la mar y en tierra firme, el timón de un buque o de una base naval lo lleva el Comandante




El Leño Pinto Digital



CÁPSULA NAVAL  

 RESPONSABILIDAD DEL MANDO


Por Homero L. Lajara Solá 
 
En la mar y en tierra firme, el timón de un buque o de una base naval lo lleva el Comandante. 
 
Todo lo que ocurra a bordo, desde el más mínimo error hasta el mayor acierto, recae sobre sus hombros. La autoridad puede delegarse, pero la responsabilidad jamás abandona al superior.
 
Un comandante debe ser meticuloso, preciso, y jamás debe firmar sin leer atentamente el contenido.
 
Cada firma en un oficio o memorando es una autorización y aprobación,  no solo del contenido, sino de su redacción y ortografía. 
 
Una coma mal puesta, un concepto mal expresado, y sobre todo una falta de cortesía  o de respeto, puede comprometer la integridad institucional. 
 
Nada debe pasar por sus manos sin pasar bajo su lupa y su criterio. Quien manda debe saber leer entre líneas, prever tempestades y corregir el rumbo antes del naufragio.
 
Cuando un marinero camina  sin su gorro reglamentario fuera de techo, el problema no es del marinero: es del comandante que no exige y del oficial que no enseña. 
 
Cuando un subalterno no saluda a un superior, no está fallando solo él: han fallado su instructor, su jefe inmediato y la cadena de mando que no forjó en él ese hábito de respeto naval.
 
Un oficial que culpa a sus subordinados por errores de mando, ha olvidado lo esencial del uniforme: que la primera responsabilidad se despliega  desde arriba.
 
El mar no perdona improvisaciones. Tampoco lo hace el liderazgo. En la Armada, la disciplina empieza por el ejemplo. Y el ejemplo lo hace por la responsabilidad inquebrantable del que comanda.

1 comentario:

  1. La autoridad se puede delegar; la responsabilidad, jamás. Este artículo del almirante Homero L. Lajara Solá resume con precisión quirúrgica la esencia del mando naval: el ejemplo, la exigencia y la atención al detalle. En la Armada, todo parte del comandante. El que no asume, no dirige. Y el que no corrige, consiente. Así es como funciona la institución: con liderazgo real y responsabilidad sin excusas. AJO

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