Quien sueña con comandar flotas no puede formarse en patios interiores ni en oficinas de tierra firme.
El Leño Pinto Digital
Cápsula Naval
Por Homero Luis Lajara Solá
No se aprende a capitanear un portaviones en zonas ajenas al mar.
Quien sueña con comandar flotas no puede formarse en patios interiores ni en oficinas de tierra firme.
Los verdaderos marinos se forjan en la cubierta, bajo sol y sal, entre mareas y maniobras, no en discursos ni títulos sin espuma.
Las tradiciones navales —como las estrellas en el firmamento del deber— solo se entienden desde la vocación.
Sin pasión por el mar, los símbolos se vuelven ornamento; con ella, son guía, escudo y honor.
Aquiles no se templó en los jardines de Troya, sino en los campamentos de batalla.
Y Jasón no conquistó el vellocino dorado leyendo mapas, sino enfrentando monstruos con su tripulación en cubierta.
La mar premia al que se disciplina en la bodega, al que observa en el puente, al que maniobra en la tormenta.
Y también al que comprende el valor de cada eslabón del ancla, del arganeo que la une con firmeza, y del fondeadero seguro donde se aprende que no todo es avanzar, sino también saber detenerse con prudencia.
Porque el alma naval se forja en la rutina silenciosa de a bordo: en la vela que se iza a tiempo, en la bitácora que se llena con exactitud, en la guardia que se cumple aunque nadie mire.
Respetar el uniforme, el himno y la historia no se enseña en libros: se transmite de generación en generación, cuando los mayores enseñan con ejemplo, y los jóvenes responden con actitud.
Nadie puede capitanear buques si no ha sido primero parte del engranaje que limpia, ajusta y honra cada perno del casco.
Formarse es navegar. Y la misión de todos —los nuevos y los veteranos— es mantener esa nave a flote con orgullo, excelencia y espíritu de cuerpo.
Buenos dias señor, Como apasionado de la historia y del liderazgo, esta cápsula me recordó que la verdadera formación de un comandante no se da en la comodidad, sino en el mar abierto, enfrentando desafíos reales. Que comandar exige carácter, temple y experiencia en el terreno, no solo teoría desde una oficina.
ResponderBorrarMe inspira a pensar en cuántos líderes necesitan salir de su zona de confort para forjarse de verdad.