Foto de archivo wikipedia
Roberto
Valenzuela
Para
garantizar mayor solemnidad al traslado de los restos de Pedro Santana desde
una iglesia en el Seibo al Panteón Nacional, el presidente Joaquín Balaguer
acudió personalmente y pronunció una alocución igualando al caudillo seibano
con los tres padres de la Patria. Es decir, con Juan Pablo Duarte,
Francisco del Rosario Sánchez y Ramón Matías Mella.
Los
halagos a Santana quedaron registradas para la posteridad en el decreto número
1383 (25 de octubre de 1975), que dispone el traslado al Panteón de sus los
restos. Para Balaguer, si el fundador de la Patria (Duarte) viviera, por su
sentido de justicia, él fuera el primero en convenir en que el Panteón Nacional
fuese la última morada de Santana.
El
decreto fue emitido en 1975: dispone que la exaltación patriótica se haga el 27
de febrero de 1976 (día de la Independencia). Ese año fue dedicado a venerar la
memoria de Duarte. Balaguer alegó que el país estaba en deuda con el general
Santana y que lo que estaba haciendo “es un acto de reparación históricas”.
Balaguer
considera al presidente Santana como uno de los dominicanos más ilustres y, por
tanto, sus restos deben descansar “en un ambiente de carácter religioso para
que reciba el tributo de veneración reservado por la Patria a sus grandes
hombres”. “…A pesar de su error como anexionista, el general Santana tiene
méritos suficientes como soldado y libertador, para que sus despojos mortales
descansen junto a los restos de los próceres civiles y militares”, dice el
decreto. Fuente: El decreto fue suministrado por los archivos de la
Consultoría Jurídica del Poder Ejecutivo.
Un
tremendismo
Entre las muchas reacciones estuvo la del historiador e izquierdista
Franklin Franco, que atacó con virulencia, desenfreno e irracionalidad
a Balaguer. Entre tantas cosas tremendistas, dijo que con quien se deben
juntar los restos de Santana es con los de Balaguer en el Cementerio
Cristo Redentor. Expresó que ellos tienen en común que sus gobiernos
encarcelaron y asesinaron a opositores políticos. Denunció que fue una
decisión antihistórica y aberrante y cree que Balaguer lo hizo para ganar
notoriedad. “Aquí Santana no solamente persiguió los patriotas en vida sino
también (después de muerto) desde la tumba”, dijo el fenecido historiador,
en declaraciones que fueron recogidas por diversos medios de comunicación.
“Balaguer era capaz de las cosas más incomprensibles, irracionales, aberrantes
e indignas”, añade Franco, que fue un permanente y acérrimo crítico del
presidente Balaguer.
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