Por Felix Pujols Jerez
El autor es abogado con
Postgrado en economía y
derecho de consumo
La fatalidad de ser pobre o de estar en apuros financieros en
algún momento, nos coloca en la desventaja de buscar dinero rápido para satisfacer
esa necesidad económica, que en muchos casos tienen un drama social, como por
ejemplo, el pago de una clínica, tratamientos de salud y compra de
medicamentos, el colegio de los hijos, entre muchos otros ejemplos.
Sea cual fuere la razón para endeudarse, la realidad es dura,
porque a esta “tragedia personal” hay que agregar que no todos podemos acceder
a un crédito ante una entidad bancaria, por muchas razones, que no pueden ser
detalladas en este pequeño espacio. Lo cierto es que hay un mercado de prestamistas
y financieras, que se aprovecharán de su situación para ofrecerles la facilidad
de resolver de inmediato, sin la complicada depuración y protocolo de los
bancos, para el desembolso del dinerito requerido. El problema es que, el
“interés” a cobrarle triplicará posiblemente el valor del dinero tomado, por la
alta tasa de interés “pactada”. A esta figura se le llamaba Usura en nuestra
aldea dominicana.
¿Y quién nos defiende de esta modalidad de robo?. Pues la mala
noticia es que en los sistemas de fieras capitalistas como el nuestro, se
permite esto y más. Ninguna institución del Estado podrá en buen derecho hacer
nada. Léase, que mediante la ley 183-02 del año 2002, el Congreso aprobó la
norma que regula el sistema monetario y financiero, derogando dos leyes que
regulaban la usura y los denominados préstamos de menor cuantía.
La Orden Ejecutiva No. 312 del 1919, que establecía un interés
legal de un 1% mensual como tope, fue derogada, al igual que la Ley No. 4290sobre Préstamos de Menor Cuantía, que reiterando el
tope del interés, le daba facultad a la Junta Monetaria para intervenir,
supervisar y regular esta actividad. En palabras simples, fue despenalizada la
usura, es decir, ya no es un delito, por tanto, esta norma está apartada del
ordenamiento jurídica dominicano. Y los usureros están a la libre.
Pero
si como esto fuera poco, el artículo 24 de la Ley Monetaria y Financiera
establece la liberalización de las tasas de interés, lo que implica que el
mercado es autor regulado y puede establecer las tasas según sus criterios, a
saber: “Las operaciones monetarias y
financieras se realizarán en condiciones de libre mercado. Las tasas de interés
para transacciones denominadas en moneda nacional y extranjera serán
determinadas libremente entre los agentes del mercado”. Figúrense ustedes,
dejar la iglesia en manos de Lutero!!
Para
aprendizaje de nuestra maltratada sociedad, sólo basta con tomar de ejemplo lo
que ocasionó dejar que los bancos se autorregularan en los EE. UU. (Recomiendo
documental de Michael Moore; El capitalismo: una historia de amor). Yo diría,
que ni el más ingenuo podría creer que pueden ser tan éticos para echar a un
lado la avaricia natural del banquero, para, siendo juez y parte, no crear un
sistema hecho a su medida.
Y
los usuarios dominicanos se preguntan, por qué las tasas de interés de las
tarjetas oscilan entre 84 y 105 porciento… Lo mucho hasta Dios lo ve, dice el
refranero!
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