EL CASO DE NALENA JARES RIVERO
Por Félix Jacinto Bretón
Cada día me
siento más orgulloso de Cuba y su Revolución. Es que son tantos los ejemplos
que uno palpa a diario, estando allá o estando aquí (en República Dominicana,
mi país) que es como para pregonar a los cuatro vientos: ¡Viva Cuba, viva la
revolución, viva el socialismo!
Ayer recibí un correo que me conmovió hasta las lágrimas y que me hizo renovar mis sentimientos de admiración profunda por esa patria gigante, heroica, digna, decorosa, valiente, solidaria. Todavía, leyéndolo, lágrimas de emoción corren por mis mejillas.
En este correo la colega, amiga, hermana de Santiago de Cuba, Nalena Jares Rivero, relata lo que vivió con su embarazo y todo lo que hizo la medicina cubana por salvarla a ella y a su bebé.
Después de leerlo y releerlo, no me cansaba de repetir: Gracias a ti, Nalena, que tuviste el privilegio de nacer en una tierra como esa, donde la medicina y la salud están al servicio del pueblo, donde no se conocen los centros privados de salud, como aquí y otros países, donde primero te "revisan los bolsillos" para ver si llevas plata para poder atenderte.
Nalena es periodista, pero, al igual que la mayoría de cubanos, es una muchacha humilde que, no obstante sus años de ejercicio, no acumula fortuna.
(En Cuba es difícil que un profesional, en cualquiera área que se desenvuelva, pueda volverse rico, porque, aparte del riguroso ejercicio en favor del pueblo que le impide acumular plata, allá ni Lotería hay).
Si, yo se que como el caso de Nalena hay miles. Ejemplos se que hay por montones.
Pero hay muchos de estos ejemplos, como el sucedido con ella, que no llegan a conocimiento del público.
Ella tuvo la iniciativa de hacer un correo y enviarlo a sus amigos. Por eso tuve la oportunidad de conocer todo lo que hicieron los médicos y la medicina cubana en su caso.
Y -entre otras muchas cosas- recordé aquellas parturientas sin abolengo ni apellidos sonoros que mueren en los pasillos de los hospitales públicos por no tener recursos para atenderse en un centro privado, donde más prima el capital ($$$$$) que el ser humano.
Recordé a las hijas e hijos de los desheredados de la fortuna, cuyas vidas languidecen en medio de las carencias de estos centros hospitalarios, donde generalmente escasean hasta las buenas voluntades y la solidaridad.
Recordé que muchas parturientas "pasan a mejor vida" porque los médicos no les prestaron suficiente atención porque era pobre o porque venia de un campito "del interior".
Hay una distancia "del cielo a la tierra" entre estos casos que expongo y lo sucedido con Nalena en Cuba, que es un país bloqueado, perseguido, hostigado... y sin embargo, miren lo que son capaces de hacer los médicos y la medicina cubana por una humilde muchacha de pueblo:
Con 22 semanas de gestación mi bebé era solo un feto. Ante una emergencia, más que un parto había que realizarme un aborto. Y fue con esa edad gestacional que tuve el primer sangramiento, por el cual me trasladan en horas de la madrugada para el Hospital General Juan Bruno Zayas.
Ayer recibí un correo que me conmovió hasta las lágrimas y que me hizo renovar mis sentimientos de admiración profunda por esa patria gigante, heroica, digna, decorosa, valiente, solidaria. Todavía, leyéndolo, lágrimas de emoción corren por mis mejillas.
En este correo la colega, amiga, hermana de Santiago de Cuba, Nalena Jares Rivero, relata lo que vivió con su embarazo y todo lo que hizo la medicina cubana por salvarla a ella y a su bebé.
Después de leerlo y releerlo, no me cansaba de repetir: Gracias a ti, Nalena, que tuviste el privilegio de nacer en una tierra como esa, donde la medicina y la salud están al servicio del pueblo, donde no se conocen los centros privados de salud, como aquí y otros países, donde primero te "revisan los bolsillos" para ver si llevas plata para poder atenderte.
Nalena es periodista, pero, al igual que la mayoría de cubanos, es una muchacha humilde que, no obstante sus años de ejercicio, no acumula fortuna.
(En Cuba es difícil que un profesional, en cualquiera área que se desenvuelva, pueda volverse rico, porque, aparte del riguroso ejercicio en favor del pueblo que le impide acumular plata, allá ni Lotería hay).
Si, yo se que como el caso de Nalena hay miles. Ejemplos se que hay por montones.
Pero hay muchos de estos ejemplos, como el sucedido con ella, que no llegan a conocimiento del público.
Ella tuvo la iniciativa de hacer un correo y enviarlo a sus amigos. Por eso tuve la oportunidad de conocer todo lo que hicieron los médicos y la medicina cubana en su caso.
Y -entre otras muchas cosas- recordé aquellas parturientas sin abolengo ni apellidos sonoros que mueren en los pasillos de los hospitales públicos por no tener recursos para atenderse en un centro privado, donde más prima el capital ($$$$$) que el ser humano.
Recordé a las hijas e hijos de los desheredados de la fortuna, cuyas vidas languidecen en medio de las carencias de estos centros hospitalarios, donde generalmente escasean hasta las buenas voluntades y la solidaridad.
Recordé que muchas parturientas "pasan a mejor vida" porque los médicos no les prestaron suficiente atención porque era pobre o porque venia de un campito "del interior".
Hay una distancia "del cielo a la tierra" entre estos casos que expongo y lo sucedido con Nalena en Cuba, que es un país bloqueado, perseguido, hostigado... y sin embargo, miren lo que son capaces de hacer los médicos y la medicina cubana por una humilde muchacha de pueblo:
Con 22 semanas de gestación mi bebé era solo un feto. Ante una emergencia, más que un parto había que realizarme un aborto. Y fue con esa edad gestacional que tuve el primer sangramiento, por el cual me trasladan en horas de la madrugada para el Hospital General Juan Bruno Zayas.
El médico de
guardia confirma por ultrasonografía el diagnóstico pensado por clínica: tenía
placenta previa oclusiva total.
Soy
trasladada para el Servició de Perinatología, donde pusieron empeño para que no
desmayaran mis ánimos ni perdiera la esperanza de la maternidad. Seis días
después me pasan a la sala 5K. Allí estuve hasta las 29 semanas en que otro
discreto sangramiento mortificó tanto a los especialistas como a mí y hay que
retornarme nuevamente para la sala de cuidados.
Luego de
siete días me regresan a 5K, la sala que se había convertido en mi hogar, el
sitio en el que hice muchas amistades y escuché tantas historias como gestantes
vi pasar por allí.
Con algo más
de 36 semanas, un repentino sangramiento interrumpió la
tranquilidad del mediodía. Todos se pusieron en función de prepararme para trasladarme al salón y ejecutar la cesárea de extrema urgencia.
tranquilidad del mediodía. Todos se pusieron en función de prepararme para trasladarme al salón y ejecutar la cesárea de extrema urgencia.
Cuando mi
esposo y el camillero llegaron a la puerta de parto ya los
especialistas me esperaban. Solo viviendo la experiencia podría hablarse de
la agilidad con la que me atendieron; no había tiempo para demoras: yo era una extrema. Aún así, y sabiendo la magnitud del peligro, reía, sabía que ellos harían todo lo posible por salvarnos al bebé y a mí.
especialistas me esperaban. Solo viviendo la experiencia podría hablarse de
la agilidad con la que me atendieron; no había tiempo para demoras: yo era una extrema. Aún así, y sabiendo la magnitud del peligro, reía, sabía que ellos harían todo lo posible por salvarnos al bebé y a mí.
Quedé dormida
por la anestesia general. Al recuperarme tenía venas canalizadas de donde
guindaban pomos de sueros, transfusiones de sangre y plasma. En la operación
había perdido el 48% de la volemia. Yo estaba reportada de grave, pero tenía la
sana certeza de que ni mi hijo ni yo íbamos a morir. El personal especializado
del Banco de Sangre, el del Servicio de Anestesia y el del Bloque
Ginecobstétrico estaba allí, al pendiente.
Decidieron
trasladarme para Terapia Intensiva, donde me tuvieron dos días, y sitio del que
no tengo quejas, porque tanto médicos como enfermeros procuraron mantener mi
buen estado y en todo momento estuvieron vigilantes y alertas.
Me llevan una
vez más a Perinatología por dos días más. El primero puedo ver a mi hijo por
los cristales de Neonatología, ya fuera de peligro; al segundo, me permitieron
entrar a amamantarlo, experiencia única e irrepetible.
Luego de mi
recuperación me trasladan a la sal 5K hasta concluir mi estancia en el
hospital.
Mi deuda de
gratitud con el "Juan Bruno" es eterna, fueron 105 días de estancia
ininterrumpida. No existe forma de reconocer a esos hombres y mujeres de bata
blanca que aislaron sus problemas del hogar para brindarme apoyo y garantizar
mi salud y la de mi hijo.
Mencionar
nombres sería injusto o la lista se haría muy extensa. Por lo
menos les llegue el agradecimiento eterno, sobre todo al personal de
Anestesia, al de Terapia y a todos, absolutamente a todos los del bloque obstétrico. También gracias a esos seres, que ni siquiera sé quiénes, pero extendieron sus brazos para donar el plasma y la sangre con las que me transfundieron.
menos les llegue el agradecimiento eterno, sobre todo al personal de
Anestesia, al de Terapia y a todos, absolutamente a todos los del bloque obstétrico. También gracias a esos seres, que ni siquiera sé quiénes, pero extendieron sus brazos para donar el plasma y la sangre con las que me transfundieron.
Gracias a mi
familia y a todos los que me ayudaron y apoyaron para que hoy disfrute de la
más grande de las bendiciones de la vida: mi bebé.
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