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EL AUTOR es historiador y profesor
universitario. Reside en Santo Domingo
Erróneamente se ha divulgado la idea de que Haití actuó,
generosamente, con el libertador Simón Bolívar
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Por MANUEL NÚÑEZ
Tras la visita a Puerto Príncipe, el 26
de junio de este año, del Presidente de Venezuela Nicolás Maduro, son
muchas las falsedades historiográficas que se han publicado. En algunas mentes,
borrachas de extravagancia, se ha llegado a sentar la idea de una
deuda histórica impagable de Venezuela con relación a Haití.
La visita oficial fue empleada
para reavivar todas esas mentiras. El Presidente Maduro depositó un ramo
de flores en el mausoleo dedicado a Alexandre Petion y otro en el cenotafio al
cimarrón desconocido. Inauguró un complejo de viviendas en Morne a Cabrit.
He leído los copiosos comentarios
de sus conciudadanos: “No tenemos papel, ni aceite ni harina” “El
gobierno de calle se ha quedado en las calles de otros países” “Este hombre
gobierna desde una avión”.
Luego se enumeran los regalos hechos a
Haití por el Gobierno de Venezuela: el nuevo aeropuerto de Cabo Haitiano,
veinticinco camiones compactadores de basura, veinte millones de dólares
para un fondo humanitario.
Se gastaron ríos de tinta en
declamaciones, se convocaron a los luases de Haití, tronaron los tambores.
En todo ese carnaval, solo faltaba una cosa: la verdad.
La pregunta que no pueden responder los
políticos e historiadores del Centro Petion Bolívar es la siguiente:
¿Por qué Simón Bolívar no invitó a los haitianos al Congreso de las Naciones
Libres de América, celebrado en Panamá en 1826?. Por dos razones
fundamentales.
1.Por el contenido de su propia
Constitución de 1805. Se le prohíbe la propiedad a los blancos (artículo 12).
Este exclusivismo racial no tuvo seguidores en el continente.
“En Haití
al contrario, los europeos y sus descendientes están inhabilitados para todo y
son, generalmente hablando, un objeto de odio y detestación. ¿Cómo podremos tratar
a un pueblo que profesa estos últimos principios, sin poner en peligro nuestro
reposo y nuestra seguridad interior?". (Consúltese: Martinez
Peña “Haiti y Venezuela en la época de la Independencia”). Ni a Francisco de
Miranda ni a Bolivar les interesaba iniciar una guerra fundada en la raza.
2. Los hispanoamericanos no tenían nada
en común con Haití: ni la lengua, ni la historia, ni la cultura ni los
propósitos políticos. Por el uso posterior que dieron a sus
aparentes muestras de solidaridad. Muy lejos se halla, pues, Bolívar de la
fraseología y de la amistad con que hoy lo evocan los haitianos.
La
historia son los hechos, no las habladurías.
Erróneamente se ha divulgado la idea de
que Haití actuó, generosamente, con el libertador Simón Bolívar al prestarle
ayuda tras su paso por Los Cayos en 1816, para reiniciar la lucha por la
Independencia de América del Sur.
Toda la política conducida por Petion
obedecía, más que a la generosidad y al amor por la libertad americana, al
cálculo.
1. Le exige a Bolívar la libertad
de los esclavos. Bolívar cumplió a pie juntillas con la promesa. Al llegar a la
isla Margarita dio la libertad a los 1500 esclavos de la finca San Mateo. Pero
la exigencia de Petión, aunque tenía el ropaje de la justicia, no parecía
oportuna en esos momentos.
Christophe había restablecido la
esclavitud en el norte de Haití. Haití se hallaba dividido en 1816, en dos
Estados. Una Republica de presidente vitalicio gobernado por Petión en el sur,
cuya capital era Puerto Príncipe, y una Monarquía, al norte bajo el mando del
Rey Henri Christophe, cuya capital era El Cabo.
Petion le pedía a Bolívar lo que él no
había sido capaz de eliminar en su propio país. Esa decisión dividió
momentáneamente al Ejército venezolano, y la expedición de Bolívar
fue derrotada. La esclavitud fue definitivamente abolida más tarde
en 1838.Posteriormente, Simón Bolívar logró unificar sus fuerzas y lograr la
independencia de América del Sur.
2. En segundo lugar, Petión
quería cerrarle la posibilidad a los dominicanos de que pudieran obtener
la solidaridad de esas repúblicas libertadas, a las cuales estamos ligados por
haber sido porciones del Imperio español en América. (Consúltese La
Gaceta de Colombia 1822). Los haitianos lograron la neutralidad de las naciones
recién libertadas de América ante la invasión a Santo Domingo).
El objetivo de
Petion era que la lucha contra España le diera la posibilidad de hacer cumplir
el precepto de su Constitución de 1805 que proclamaba que la porción
española de isla era parte del Imperio de Haití (consúltese art. 1, de
la Constitución de 1805).
En cualquier caso, Simón. Bolívar no
sospechaba en el berenjenal en que se estaba metiendo al aceptar la
“generosidad” de Petion.
Tras la proclamación de la Independencia
de Colombia y de Venezuela los haitianos comenzaron su retahíla de
exigencias extravagantes. En 1824, Jean Pierre Boyer encomendó al
diplomático Jean Desrivieres Chanlatte una misión oficial ante la Gran Colombia
para hacerle reclamaciones al propio Bolívar. Fue recibido entonces por
el vicepresidente, Francisco de Paula Santander; el
Libertador se hallaba combatiendo por la libertad de El Perú. Tenía la
Misión Chanlatte dos objetivos difíciles de cumplir:
1. Que la Gran Colombia firmase un pacto
con Haití de unificación contra Francia. Los haitianos sabían
sobradamente que esa petición era desproporcionada. En esos momentos, la
Gran Colombia buscaba el reconocimiento diplomático de las potencias europeas.
Concretamente, de Francia e Inglaterra.
2. Que en caso
contrario, el gobierno de Haití reclamaba el pago en dinero de las armas,
municiones y equipamientos de guerra que Haití había entregado a
Simón Bolívar en 1816, calculado ventajosamente en 70.000 piastras. Lo que
aparentaba ser un acto de grandeza fue rematado con una auténtica vileza.
El propio historiador haitiano Thomas
Maidou casi se arranca los pelos de la vergüenza al comentar este
episodio (Consúltese Histoire d´Haiti t. VI (1819-1826) pág. 396 y
passim).
Santander se encontraba ante un dilema.
No podía abrirse, en aquellas precarias condiciones un nuevo frente de guerra
con Francia, como pedían los haitianos, y no había en el Tesoro Público
fondos para dar satisfacción a la exigencia económica de los haitianos. Para
dar por finiquitada estas cobranzas compulsivas, el gobierno de la Gran
Colombia solicitó un préstamo a un banquero de Londres, que les entregó a
los comisarios haitianos, ante los notarios de la Historia, esas montañas de
dinero. Con las armas y pertrechos comprados con ese dinero sometieron
militarmente al pueblo dominicano por veintidós años.
Seguramente, el ToriMulo, nombre
simpático con que se moteja al Presidente Maduro, desconoce que la
deuda moral y material que habían contraído sus antepasados que se batieron por
la Independencia de Venezuela, fue copiosamente devuelta por el Gobierno de la
Gran Colombia. E, ignoraba, igualmente el ToriMulo que para dar
cumplimiento a las exigencias de los haitianos, hubo que endeudar a una
nación que, tras los estragos de la guerra, se hallaba prácticamente en
bancarrota.

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