martes, 22 de enero de 2013

Duarte y la Armada Dominicana

200 AÑOS NATALICIO DEL PATRICIO


LA VIDA MILITAR DEL PADRE DE LA PATRIA ES PRÁCTICAMENTE DESCONOCIDA PARA LA GRAN MAYORÍA DE LOS DOMINICANOS
Homero Luis Lajara Solá, Vicealmirante, M. de G.
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En un diálogo de amigos, alguien me preguntó, cómo se puede explicar lo del grado de general, habitualmente atribuido al prócer Juan Pablo Duarte, si el general Pedro Santana fue el estratega militar de la gesta de Independencia, y no así el ilustre patricio.
Con esa experiencia confirmé mi teoría de que la vida militar de nuestro Padre de la Patria es prácticamente desconocida por la mayoría de los dominicanos, sin importar estudios realizados  ni clase social.
Por esa razón, comencé a rebuscar entre los textos de historia dominicana heredados de la biblioteca de mi padre, consciente de que, ese tipo de documento es poco solicitado, no común, incluso en Wikipedia, Google y otros medios virtuales, ya que, desafortunadamente, esos temas tienen una demanda exigua de los lectores dominicanos de la contemporaneidad. Con ese precedente obtemperé, altamente motivado, a la honrosa petición del director del prestigioso periódico LISTÍN DIARIO, mi amigo Lic. Miguel Franjul, para que escribiera con motivo del Bicentenario de Duarte, sobre el adalid de la Independencia y La Marina.
Con una planificación sustentada en la base de las lecturas obligatorias impuestas por mi progenitor, la escuela y una escasa bibliografía duartiana en la Academia Naval de mi época, como guardiamarina o cadete (1979-1983) zarpé al puerto de la investigación, de donde surgió este escrito, en lenguaje llano, que hoy comparto con los distinguidos lectores.
Desempeño militar-naval del general Juan Pablo Duarte Diez.
Según el excoronel del Ejército Nacional, Ernesto Vega Pagán, en su poco conocida obra, Historia de las Fuerzas Armadas, Tomo 1, Colección 25 años de la Era de Trujillo (1955), posterior a los acontecimientos del 27 de febrero de 1844, con el trabucazo de Mella en la Puerta de La Misericordia, anunciando al mundo el nacimiento de una República más a la grey de las naciones democráticas, los haitianos, representados por el general Henri Etienne Desgrotte, dos días después de la Proclamación de la Independencia, hicieron formal capitulación de la plaza, cesando así la dominación haitiana de la parte Este de la isla  por 22 largos y dolorosos años. Los haitianos, como era de esperarse rompieron las hostilidades el 9 de marzo de ese mismo año. Es así como Las tropas del general haitiano Souffront penetran en territorio dominicano y ocupan la villa de San Bartolomé de Neiba, al alba de del día 11, estas tropas son batidas por las dominicanas en la Fuente del Rodeo, primer bautizo de sangre y fuego de las armas dominicanas. La Junta Central Gubernativa declaró la guerra abierta por tierra y mar a la nación haitiana en ese épico inicio de hostilidades en el glorioso 1844.
En este segmento de nuestra navegación histórica es preciso destacar la relación del Patricio con La Marina de Guerra, iniciando la descripción, poco difundida, del escritor naval, teniente de navío (r) Aníbal Acosta Piña, en su obra: “Juan Alejandro Acosta, Primer Almirante Dominicano (1813-1886)” editada en el 1980, reivindicando la memoria de su ascendiente, el ilustre marino y héroe de la Independencia, almirante Juan Alejandro Acosta, tomando en cuenta que los almirantes Juan Bautista Cambiaso y Juan Bautista Maggiolo, fundadores junto al comandante Acosta de la Marina de Guerra, eran genoveses. Es oportuno señalar que a pesar de estar explicado y documentado en varios textos de historia naval, todavía se escribe sobre una supuesta participación del comandante Acosta en la Batalla Naval de Tortuguero, librada contra los haitianos el 15 de abril de 1844, argumento totalmente falso, ya que ese día él se encontraba ejerciendo las funciones de comandante del puerto de Santo Domingo, por instrucciones superiores.
Como bien narra el historiador y oficial naval en servicio pasivo, Acosta Piña, en el texto de referencia: sin la Flotilla Nacional, nuestra victoria en la guerra dominico-haitiana hubiera sido contada de otra manera menos gloriosa. Y es importante sacar a colación que el general Duarte fue un amigo cercano del comandante Acosta, a quien educó e inculcó en él un aserrado espíritu independentista, hasta tal punto, que en el 1843, cuando el gobierno haitiano inició su implacable persecución contra el Patricio, lo ocultó en la casa de su valerosa madre, María Baltazara de los Reyes Bustamante, presente en esa memorable epopeya de la proclamación de la Independencia y activista de primera línea de la causa independentista. Y luego contribuyó, el comandante Acosta, junto a los entonces marinos mercantes Juan Luis Duquela, y Juan Evertz (holandés) a que nuestro ilustre libertador se embarcara de forma clandestina, en el bergantín del capitán Findlay (inglés) primero  para Saint Thomas, Antillas Británicas y posteriormente a Venezuela, con destino final Curazao. El almirante Acosta tuvo el honor, según relatan laureados historiadores nuestros como don Jacinto Gimbernard, en su libro: “Historia de Santo Domingo”, de comandar la goleta La Leonor, primer barco de guerra dominicano, que en la honrosa misión  encomendada por la Junta Central Gubernativa, encabezada por Juan Nepomuceno Ravelo, fue a buscar al Patricio a Curazao, en la goleta La Leonor, donde se enarboló por primera vez el Pabellón Nacional, allende nuestros mares, arribando a la patria el 15 de marzo del glorioso 1844, siendo recibidos el paladín de la libertad y sus allegados al día siguiente, con vítores, por jubilosos dominicanos y la voz latría de Monseñor Tomás Portes e Infante exclamando por primera vez: ¡Salve Padre de la Patria!
Continuando con la difusión de la prácticamente desconocida vida militar del general Juan Pablo Duarte, citando al también culto historiador Bernardo Pichardo, en su obra, Resumen de Historia Patria: “Considerándose de necesidad que el Ejército expedicionario del Sur hubiera, a más del general Santana, un Jefe Superior que pudiera remplazarle en caso de falta, la Junta Central Gubernativa despachó al inmaculado Duarte, talvez pérfidamente, para el Cuartel General de Baní, con una columna al mando del teniente coronel Pedro Alejandrino Pina. Poblado como estaba el Cuartel General de Baní de intrigantes enviados al efecto, no hubo acuerdo posible entre Duarte y Santana, pues mientras el primero quería que se abrieran las operaciones, el segundo opinaba por mantener a la defensiva, lo que produjo el mayor disgusto. Y para salir de ese apuro resolvió la Junta llamar a Duarte a la Capital, que sumiso, cumplió una orden que otro, menos respetuoso de la disciplina, en su caso habría desatendido, apoyado como estaba de la opinión”. 
El excoronel Ernesto Vega Pagán, reforzando a don Bernardo Pichardo y sus relatos, nos documenta sobre la designación del general Duarte por parte de la Junta Central Gubernativa como Oficial General que pudiera reemplazar a Santana en Sabana Buey, a la vez que lo nombra comandante del Departamento de Santo Domingo. En ese ínterin, es oportuno resaltar la integridad de Duarte al presentar un informe pormenorizado de los gastos incurridos en su ejercicio militar,  a su regreso del Sur, donde se revela un desprendimiento material único y un gran respeto por los recursos de la empobrecida República, que hace a nuestro Padre de la Patria ícono de honradez.
Hacemos énfasis en las  designaciones militares del general Duarte, con miras a dejar esos conceptos claros. El Patricio era un conocedor del arte de la guerra. Por eso es importante explicar que a la edad de 21 años, en 1834, según historiadores nuestros, inicia como cabo (Fourrier) su entrenamiento militar como miembro de la Guardia Nacional. En el 1842 es ascendido a capitán; en el 1843, a coronel. El 14 de junio de ese año, el general Charles Herard Ainé, al tener la certeza de la obra conspirativa de Duarte, cancela su nombramiento. Precisamos que el servicio militar obligatorio fue una de las tantas medidas impopulares que impusieron los haitianos desde que se apoderaron de la parte Este de la isla. 
Alfonso Torres Ulloa, en sus estudios sobre la vida militar de Duarte, precisa que: “es oportuno destacar también su entrenamiento y visión estratégica”, al éste pactar con los reformistas haitianos para derrocar al dictador Boyer y al mismo tiempo debilitar militarmente a sus adversarios. Estos, entre otros datos también relevantes, son conceptos  avalados por el historiador, teniente de navío (r) Aníbal Acosta Piña, en su otra obra: “Duarte y La Marina”, donde narra en detalle que: “a la edad de 15 años, en el 1828 (otros historiadores lo ubican en el 1829), bajo los cuidados del comerciante español Pablo Pujols Chanclet, inició exitosamente un viaje de estudios que lo llevó por los Estados Unidos de América, Inglaterra, Francia y España. Regresó en el 1833 (otros historiadores lo ubican en el 1832), teniendo ya 20 años de edad. En su recorrido por esos países se puede decir que completó su educación, ya que pudo observar el desarrollo de esas naciones en todos los órdenes”. Incluiría Duarte, y esto no debe descartarse, ya que a su regreso trajo algunos libros de táctica: “Instrucción Teórica y Práctica de Artillería para uso en la Escuela Militar de Saint Cyr”; “Manual de Táctica de las Tres Ramas”. Según el historiador  Acosta, adquiere Duarte datos e informaciones de todas clases, y dada la posición insular de su patria, no podría faltar un análisis sobre Las Armadas y flotas mercantes de los países visitados. El poderío económico y militar de esa época era basado en la magnitud de los barcos dedicados al comercio internacional, y los de guerra para protegerlos y utilizarse en conflictos bélicos.

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