lunes, 13 de agosto de 2012

Armada del Milenio (Los Desafíos) capitulo III Primera Parte.

Bitácora de una Misión Vicealmirante Homero L. Lajara Solà
Por Ricardo Rojas Vicioso.
Durante los dos años que dirigió la Jefatura de Estado Mayor de la Marina de Guerra, el vicealmirante Homero. L Lajara Solà relevando en esa importante posición al vicealmirantes (r) Julio Cesar Ventura Bayonet en momento en que esa institución se le había salido de las manos, tuve frente a mi todos los procesos antes y después por lo que muchas de las cosas que están estampadas en este libro pude olerlas, verlas , escucharlas y sentirlas.
Participe en el cambio de mando, y al escuchar el discurso del entrante Jefe de Estado Mayor Lajara Solà me di cuenta que, no solo sabia que estaba recibiendo, sino qué debía hacer con la Marina de Guerra para resolver la perdida de su rumbo por los fallos de esa tripulación.

La misión cuando Lajara llegó parecía imposible de realizar en dos años, ya que estaba sumergía en una indisciplina, perdida del prestigio en la población, el marino era visto con mucha desconfianza, ya que se tenía la percepción de que muchos de ellos daban para cualquier cosa partiendo del fenómeno ocurrido en Paya .

Lajara Solà tuvo que enfrentarse primero a esos oficiales, y hacerle ver que la Marina de Guerra no era una parcela heredada o apropiada por ellos, que es una institución de la República de hombres y mujeres  honorables que son la mayoría, por lo que muchos de esos oficiales que no estaban de acuerdo que volviera el orden, debieron como dicen los guardias buscársela y salirse de la Base Naval 27 de Febrero asiento del Estado Mayor antes que le pasaran el rolo.

Pero realmente una gran cantidad de oficiales pensaban y actuaban en función de sus pensamientos, creían  que ellos eran los dueños de la institución, donde podría hacer lo que ellos quisieran, y de esos quedan muchos en la actualidad.

Durante sus dos años de gestión Lajara Solà perfiló una institución moderna, trabajó día y noche,  para eso pero en dos años, no pudo concretizar todo, recibirla, enderezarla, y modernizarla, pero a pesar de tiempo tan limitado para el gran trabajo la dejó en condiciones admirables, al punto que desarrolló importantes misiones. Rescates, ayuda Humanitarias en Haití luego del terremoto, disminución en más de un 95 por ciento de los viajes ilegales  a puerto Rico recibiendo reconocimiento de las autoridades de esa vecina isla, le devolvió la honorabilidad, entre muchas otras.
Por esta razón, muchos oficiales, y alistados ante la inminente salida luego de dos años deseaba y soñaban, que lo dejaran un año más, claro sabían que no podía estar vitalicio que realmente en el fondo es lo que la gran mayoría quería,  como premio al trabajo tan profesional, patriótico que había realizado devolviendo el orden, respeto, honorabilidad y brillo de la Marina de Guerra.

Lajara Solà se entregó con amor a dirigir esa Marina de Guerra, y tuvo una especial preocupación por sus alistados a los cuales siempre dio un  trato justo los favoreció y protegió de los abusos de poder de los superiores, ya que para el los alistados son el alma de la institución.

 Dos años es poco tiempo cuando el jefe es bueno y hace las cosas a favor de su institución, pero cuando es malo, un año se convierte en una eternidad. Por tal razón se debe mediar la gestión en función del desempeño y  los resultados ya que como dijo José Martí  “el deber de un hombre está allí donde es más útil”

Ahora le dejo esta entrega extraída del libro Armada del Milenio. Bitácora de una Misión. Aquí el vicealmirante Lajara Solà ex jefe de la Marina de Guerra  puntualiza temas como los desafíos y una armada multipropósito.

 
Los Desafíos capitulo III pág. 259.
Armada del Milenio Bitácora de una Misión .Vicealmirante Homero L Lajara Solà.
Antes la descripción realizada anteriormente sobre el Proyecto Marina de Guerra del Milenio y los frutos cosechados gracias, a sus implementación, podría tenerse una imagen imprecisa sobre la situación real de la Armada al momento de que fuimos relevados de la Jefatura. La de una institución sin problemas que la aquejasen, un buque navegando las aguas, con un potente faro indicando el rumbo a seguir, por lo que la tripulación sólo debía mantener el curso para llevarlo a puerto seguro. Lo cierto es que la situación real dista bastante de esa idílica imagen.

Si bien es cierto que desde que asumimos el mando de la institución enfrentarnos con ahínco y sin temor los problemas que en ese momento la aquejaban, no es menos cierto que parte de ellos sólo fueron mitigados, que otros apenas llegaron a ser tocados, y que nuevos surgieron. Nos atrevemos a decir, que la Armada que dejamos, llenos de sano orgullo, estaba en mejores condiciones que las existentes cuando nos fue entregado su mando.
Pero es necesario recalcar que, no todo quedó resuelto, faltaron muchas singladuras por navegar hasta llevar la nave a puerto seguro.

Es por ello que seríamos unos ilusos y pecaríamos de inocentes, si creyésemos que ya el trabajo duro ha terminado. A la institución le falta aún un largo camino por recorrer para alcanzar la excelencia. Al paciente que encontramos en estado agónico, aunque ya está en pie, le queda todavía pro delante un prolongado tratamiento antes de ser dado de alta.
El propósito de este capítulo es , por tanto , indicar cuáles son , en nuestra humilde opinión y desde la experiencia acumulada a bordo de nuestros barcos, en tierra y los cursos en el exterior  durante casi 32 años en la Marina, dos de estos como jefe de Estado Mayor, exponer los principales desafíos institucionales que enfrenta actualmente la Armada, y las vías a través de las cuales entendemos, podría superarlos.

Al igual  que como  señalamos al momento de abordar el diagnostico, no pretendemos ser exhaustivos. Limitaremos el análisis al abordaje de aquellos puntos que consideramos de capital importancia; los grandes arrecifes en el camino, los vientos que realmente podrían desviar a la institución del rumbo ya trazado: el de convertirla en una fuerza naval de clase mundial.

3.1. Fuerza naval multipropósito.
Marina de Guerra, Armada Dominicana, Fuerza Naval Dominicana. Al igual que los demás componentes marítimos de seguridad y defensa del mundo, nuestra Armada fue concebida para la guerra. No es vano su génesis  se remonta a los primeros días de las justa independentista, en la cual, como ya vimos, jugó un papel estelar y decisivo en el campo de batalla. Cuando decimos guerra, no lo hacemos en sentido figurado, sino literal. Nos referimos al conflicto bélico, al combate, a la lucha armada entre dos o más naciones o bandos. De manera que históricamente toda la estructura institucional ha respondido a esta concepción.

Hoy día, para países pequeños y periféricos a los Estados Unidos como el nuestro, esta concepción ha quedado desfasada, ha sido desbordada por las transformaciones ocurridas en la geopolítica mundial, por eso abogamos por el cambio de nombre de la Marina de Guerra  por el de Armada Dominicana, y así está consignado en el anteproyecto de la nueva Ley Orgánica  de las Fuerzas Armadas ( ya en el Congreso Nacional)-en el que tuvimos el honor, como miembros del Estado Mayor General, de trabajar en su adecuación al nuevo paradigma y retos emergentes.  Nota- Este nombre Armada Dominicana fue aprobada en primera y segunda lectura en la primera semana del mes de agosto 2012.

Nuestros potentes enemigos dejaron de ser las naciones. el narcotráfico, el crimen organizado, y hasta la furia de los elementos naturales , son quienes actualmente juegan ese papel, sin olvidarnos de la seguridad pública, que aunque compete a la Policía Nacional, debemos estar preparados cada vez que el Poder Ejecutivos disponga darle apoyo. Esta situación determina que se haga necesaria una profunda transformación institucional que convierta a la Armada Dominicana en una fuerza naval multipropósito, en una Marina para la paz y el desarrollo de una Estado progresista , sin descuidar, repetimos, las misiones constitucionales de seguridad y defensa.

Entendemos que esta trasformación institucional, operacional, logística, asi como la tecnológica que ya  empezamos a impulsar en nuestro paso por la jefatura de la Marina de Guerra, es el mayor desafío que enfrentamos en la organización, reto para cuya superación resulta necesario realizar cambios en cuatro diferentes vertientes: el personal, la flota, la infraestructura operacional, logística, así como la tecnología de apoyo.

 Sobre el personal es mucho lo que hay que señalar a este respecto y al futuro de la M. de G. Es este un factor que posee varias aristas, así que vamos a realizar el intento de tratar  por separado cada una de ellas dentro del contexto adecuado. En el caso relacionado con su transformación en una fuerza naval multipropósito, el elemento, o aspecto más importante vinculado al personal, es el referido a mantener al mismo en constante entrenamiento  y capacitación.

En la sección referida al diagnóstico de la institución se señalaron claramente las diferencias encontradas en la formación de oficiales y alistados en materia naval. Además de llenar las algunas existentes en el personal en cuanto a aspectos elementales, básicos e imprescindibles que debe conocer todo miembro de una fuerza naval, resultará necesario entrenar al personal, al menos una parte de èl , en el manejo de las nuevas tecnologías que se tiene previsto adquirir y que ya fueron mencionadas en anteriores párrafos.

De poco valdría contar con las unidades navales adecuadas y las tecnológicas e infraestructuras más actualizada, si no se dispone de un personal entrenado para su uso correcto.

Por el gran reto que nos espera , como isla que somos , el oficial naval del milenio debe haber navegado los mares, haber sentido el salitre junto a su brisa fresca; conocer bien Alto Velo, Los Frailes; un fondeo en Isla Beata con un candente sol de telón de fondo en el día y en las noches las estrellas que nos hacen creer dueños del mar; vivir la soledad del lejano Cabo Rojo; sentir el balancero de Cabo Mongò; así como la Bahía de Manzanillo, Punta Presidente y los Cayos Siete Hermanos; acceder en un guardacostas a la Bahía de Luperòn; amarrarse a Barba de Gato en Samanà ,; haber bajado los escalones del pequeño muelle de Boca Yuma; ver desde la proa la rompiente espumosa del bajo de Caballo Blanco; patrullar de noche Desecheo y Miches; entre otros puertos, islas y fondeaderos, que deben ser parte de las memorias de los oficiales antiguos, las que sirven de base para cuando toca mandar, siempre estar pendientes de la listeza de su flota y el bienestar de su personal en todos los lugares, sobre todo en zonas apartadas.

En este país, el que dirige una institución –sea civil o militar –debe ser un mago equilibrista en el manejo de los intereses, intrigas y la madeja que gravita en la esfera de influencia de un Jefe, sobre todo en el eficiente y responsable ejercicio del mando y sus dilemas.

En lo que concierne a los marino, deben ser entes activos de un Estado progresista, sobre todo los de nuevo cuño, además, estar sintonizados con las misiones  actuales; con el nuevo paradigma y las amenazas emergentes, como son el narcotráfico, terrorismo, y el crimen organizado; siempre presto para actual en misiones humanitarias y a enfrentar los desastres  naturales. El marino multipropósito  debe estar adoctrinado al servicio de la seguridad y defensa nacional. Consciente de las ventajas de contar con unas Fuerzas Armadas virtuosas, apolíticas, respetuosas del poder civil legalmente constituido, gendarmes de la Constitución y las leyes.

El oficial naval del milenio, además de contar con una formación humanista integral, debe conocer bien nuestra historia, la vida de los padres de la Patria: Duarte , Sánchez , Mella, Luperon y otros patriotas; asi como las batallas y acontecimientos navales de trascendencia y los marinos destacados desde la independencia a la 4ta República; y lo que aconteció después, incluso lo contemporáneo.

Además, estar familiarizado con Cambiaso, Maggiolo, Acosta, Didiez burgos, de Windt Lavandier, Lajara Burgos, Monte Arache, entre otros ilustres oficiales navales que jugaron papeles protagónicos a lo largo de sus carreras, cuyos nombres no reposan solamente en una lápida fría de un camposanto, por haber contribuido a levar el ancla del prestigio de la Marina. Deben ser íconos de referencia para las presentes y futuras generaciones.
Este nuevo modelo de oficial, caballero del mar, debe cultivar el respeto, agradeciendo y lealtad a sus superiores y subalterno, sobre todo  aquellos que han forjado con su ejemplo un futuro mejor para sus sucesores. Jamás ser veletas que giran a donde las lleva el viento, olvidando, cuando beben agua claras, quienes construyeron el pozo; por conveniencias pasajeras como la vida misma.

Los grandes prohombres de la historia deben ser un manual de consulta. Nelson Mandela no fue un futbolista, como nos contestó un oficial recién graduado. La batalla de Tortuguero y  los referentes del arte de la guerra naval en la historia universal, como la batalla de Trafalgar, con el almirante Nelson a la cabeza, deben ser parte primordial de una agenda académica tegia naval del almirante Temìstocles. También debe sumirse en las lecturas de biografías de grandes  como Aníbal, Alejandro Magno y Napoleón. Estas obras deben haber sido analizadas y comentadas en las aulas de formación para oficiales navales, entre otros textos de la literatura universal.
Antes era más difícil el acceso al conocimiento, recuerdo que en los trabajos asignados en mi época escolar, tenía que desplazarme a la Biblioteca Nacional a buscar informaciones en los libros. Recuerdo, no hace tanto tiempo, el dolor de cabeza que constituía el trasladar cajas de libros a la República Dominicana al finalizar mis cursos en los EE.UU; ya con la invención primero del diskette y después del zip drive, cambiamos las cajas por un simple disco duro; ahora un CD, DVD, o una memoria USB, almacena todo tipo de información.

En la actualidad, existe un caudal de conocimientos, vía virtual, que se conoce como Wikipedia, con más de 17 millones de artículos en 278 idiomas y dialectos. Asimismo, podemos ver en Google cualquier dato que nos interese. Por consiguiente, no existen motivos para que el oficial naval no se capacite. Hoy en dìa tiene las herramientas a mano, sin tener que desplazarse. Con una computadora, un celular o un ¡Pad, el acceso está a mano y rápido .
El oficial del milenio , como conocedor de los estándares internacionales, debe estar familiarizado con el Código internacional para la Protección de Buques e Instalaciones Portuarias (PBIP) , la iniciativa sobre Contenedores Seguros y demás normativas; la ley 426-07 que castiga el polizonajes en los puertos dominicanos y demás normas de protección y seguridad portuaria afines; Código Internacionales de Mercancías Peligrosas (IMDG); prevención en la contaminación por hidrocarburos; el Código Procesal Penal y la relación armónica y subordinada de las Autoridad Marítima hacia el Ministerio público.

El marino, como representante diplomático de su nación, debe conocer el derecho internacional, etiqueta y protocolo, cultura y poesía marinera. Debe tener una conexión espiritual con el mar, fundamento de su vocación.
Sobre la flota en la actualidad, aunque no hay un consenso estricto acerca de la gama de embarcaciones que compone cada una, se habla de tres tipos de marinas acorde con su capacidad de acción: de “aguas azules”, de “aguas verdes”, y de “aguas claras”. Las marinas de aguas azules constituyen la élite de las fuerzas navales y sólo un puñado de países en el mundo las posee.
Su principal característica es que pueden actuar de forma sostenida en cualquier parte del mundo, no importa qué tan alejada se encuentren de sus bases. Esto implica que deben contar con un número elevado de buques que sirvan de bases y trasporte, tanto a los marinos, como a los vehículos para el combate aéreo (portaviones, porta –helicóptero).
Resulta obvio que República Dominicana nunca tuvo ni tendrá una Armada de esta categoría, pues, independientemente de los recursos necesarios para ellos, los cuales no posee, no necesita contar con una fuerza naval con una capacidad operativa de ese calibre.

Una “Marina de aguas verdes”, es aquella que tiene la capacidad operativa para defender de manera adecuada la soberanía de sus aguas territoriales (desde el litoral hasta doscientas millas náuticas). Esto no significa que no tenga buques capaces de trasporta a ese límite y que incluso pueda visitar otras naciones en misiones de buena voluntad y entrenamiento, sino , que no tiene la capacidad para mantenerse en acción bélica de manera sostenida, fuera de sus guas territoriales.
Con el nombre de “Marina de aguas claras” , se designa a aquellas cuyo radio de acción de las embarcaciones que la forman se ve restringido a la navegación fluvial y al litoral. Este tipo de Marina sólo tiene sentido en aquellos países que cuentan con vías fluviales que se prestan para la navegación, o las que como la nuestra tienen misiones principalmente de guardacostas.

Visto lo anterior, parece que la Marina que necesitamos es  un punto intermedio entre la de aguas verdes y las de agua claras, con mayor inclinación sobre esta última.

En consonancia con lo planteado anteriormente, el control de espacio marítimo debe ser entendido como la capacidad de entrar en combate contra armadas de otras naciones. Ese control hace referencia ala posesión de patrullaje marítimo en el Mar Territorial (12 mn), la Zona Contigua (24mn) y la Zona Económica Exclusiva  (ZEE) (200mn), mitigación en caso de desastres naturales y trasporte de ayuda humanitaria; seguridad marítima y control del trafico marítimo internacional; búsqueda y rescate marítimo; conducción de  operaciones marítimas específicas (conjuntas, inter-agénciales y combinadas) combate al narcotráfico, al contrabando y a los viajes ilegales; protección del medio ambiente y recursos marinos; combates a la pesca ilegal. –sigue. En la segunda parte.
La Armada del Milenio. Bitácora de una Misión. Vicealmirante Homero. Lajara Solà capitulo III pagina 259.

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