domingo, 15 de noviembre de 2009

El proyecto Estadio Juan Marichal:

Una soberbia locura


Por David Paredes
No existe condición que coloque más cerca del precipicio a una nación, que cuando esta pierde la capacidad de asombro o cuando se acostumbra a ver lo normal como absurdo y lo absurdo como algo rutinario.

Recientemente hemos visto en los titulares de los periódicos, los planes para erigir un suntuoso proyecto hotelero y de condominios en los alrededores del Estadio Quisqueya, ubicado en el Ensanche La Fe de esta ciudad Capital, el cual se hará a imagen y semejanza del Jacob Field de la ciudad de Ohio en Estados Unidos y que llevará el nombre de Centro Deportivo y Cultural Juan Marichal. Pero aquí viene lo preocupante.

El ambicioso proyecto, que también contará con un museo de beisbol, está valorado en 150 millones de dólares y será apadrinado/financiado por el Instituto Nacional de la Vivienda (INVI), tomando terreno y dinero del erario, para posteriormente cederle todo lo construido, a la misma firma constructora (MALESPIN), la cual es propiedad de el Señor Jesús Rodríguez Sandoval; eso sin mencionar que el Estado (sí señor, como usted leyó: El Estado) tomará prestado la mitad del dinero para esa obra al Banco Caixa Geral de Depósitos de Portugal.

De los tantos negocios desatinados y descabellados en la historia dominicana, este sería el mayor de todos. Sin embargo, este hecho al parecer y por desgracia, le es indiferente a la gran mayoría de la opinión pública y la población, cosa que da más miedo aún.

Utilizamos el espacio que generosamente nos concede El Leño Pinto Digital, como un conducto para alzar nuestra voz y llamar a la atención de los peligros que acarrearía la edificación de este proyecto a la economía de nuestro país, en momentos donde vivimos tiempos de “vacas flacas”, con proyecciones poco halagüeñas.

Entonces ¿cuál es la situación? Que todo negocio en el mundo, es el resultado de una demanda, para la cual luego se crea una oferta. Aquí en este caso es al revés. Que en un momento donde, quieran negarlo a no, la industria hotelera a tenido un notable descenso, sería una insensatez añadir 175 habitaciones más, en vez de reestructurar un plan cualitativo de recuperación turística.

Según el comunicado de prensa
que emitió el equipo de relaciones publicas de la empresa constructora en cuestión, la obra “servirá para quienes vengan al país a observar los partidos de béisbol y también para muchos de los usuarios de la Plaza de la salud”, argumentos insípidos que ni el más soquete de los mortales tomaría por verdad, a sabiendas que “los que vienen al país” nuestro beisbol le es indiferente ya que ni siquiera los mismos fanáticos dominicanos asisten con masivamente con regularidad al play.


¿Quiere decir pues, que estamos gastando 150 millones de dólares, sólo para cubrir la demanda de los 4 o 5 juegos entre Licey y Águilas en la Capital, que es la única vez en los 50 partidos del torneo cuando se llena el Estadio o cuando alguien venga a ver un pariente recluido en la Plaza de la Salud o por una semana cada cuatro años durante La Serie del Caribe? ¡Sencillamente un soberano disparate!

Es inconcebible que mientras a muchos se le hace la boca agua al pensar en el presupuesto que manejarán a su discreción en esa obra, el hospital Público de Barahona, tenga inhabilitada su única ambulancia de servicio, por falta de una batería; da ganas de romper en llanto que mientras en el hospital Cabral y Báez suban a los pacientes en camilla por la escaleras por falta de un ascensor, estemos hablando de erogarle 150 millones de dólares, a un grupo particular del sector privado.

Nos han vendido la mentira de que el beisbol rentado de la República Dominicana es un negocio redondo. Si, ¿pero para quién? Definitivamente que para los dueños de los seis equipos y nadie más, que año tras año exigen de forma irreverente al Gobierno que repare alguno de sus estadios, mientras ellos gozan de sus pingües beneficios.

Los Yankees de Nueva York gastaron 845 millones de dólares construyendo un nuevo estadio el año pasado, pero hay dos pequeños detallitos sobre eso: 1-) En Estados Unidos aún se puede hacer ese tipo de inversión y 2-) La Familia Steinbrenner, dueños del equipo neoyorquino, usó dinero de sus bolsillos, y no del Estado.

El proyecto Estadio Juan Marichal
, no se justifica aunque la Major League decidiese cedernos una franquicia de Beisbol; por tanto, la desquiciada intención del señor Rodríguez Sandoval y demás yerbas aromáticas, no es más que otro de los tantos caprichos de nuestros aciagos gobiernos y sus “socios”, de darle curso a una agenda personal que para nada satisface el verdadero orden de prioridades de un pueblo que languidece, como es el nuestro.

¿O es que quizás, quien suscribe estas líneas, ha sido muy ingenuo en sus planteamientos y no se ha dado cuento de que al fin y al cabo hay
“lana” de por medio en esto, para saciar las apetencias de dos o tres a expensas del hambre, la miseria y las escuetas esperanzas de bienestar de la mayoría?

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