El autor, a la entrada del campo de Campo de Concentración alemán, en Auschwich, Polonia. Al fondo el irónico lema: “ELTRABAJO TE HACE LIBRE”. El autor, frente al “Monumento a los Caídos” por las crueldades nazis en el Campo de Concentración alemán, en Auschwitz, Polonia.
Homero Luis Lajara Solá
“Obra siempre de tal modo que también puedas desear que la máxima que te guía se convierta en ley universal”.
-Kant-
El 28 de junio de 1914, en Sarajevo, Serbia, un nacionalista serbio asesinó al archiduque Franz Ferdinand, heredero del trono Austro-Húngaro, hecho que sirvió de detonante para el inicio de la Primera Guerra Mundial, que se prolongó de 1914 al 1918.
En tanto que, en septiembre de 1939, cuando apenas la humanidad se reponía de los efectos traumáticos de esta gran conflagración, ocurrió el ataque de la Alemania de Hitler a Polonia, retornando los vientos de guerra que soplaron borrascosos 20 años antes, esta vez con el mayor enfrentamiento bélico que reviste la historia universal: La Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
Con otro enfoque, veremos que las causas que dieron lugar a las dos guerras mundiales tuvieron su origen en situaciones históricas, políticas y sociales -aún latentes-, en una Europa en plena expansión.
La Primera Guerra Mundial se desarrolló entre dos bloques: la Triple Alianza, compuesta por Alemania, el Imperio austro-húngaro e Italia, y el Triple Acuerdo, conformado inicialmente por Francia, Inglaterra y Rusia. Los EEUU entraron de lleno en el año 1917.
Los resentimientos que quedaron, luego del conflicto franco-prusiano de 1870-1871, donde Alemania anexó Alsacia y Lorena, salieron a flote en ese primer enfrentamiento bélico global.
El resultado final de esa matanza mundial fue la derrota de Alemania, y a través del Tratado de Versalles (28 junio de 1919), el desarme de los perdedores y el pago de exorbitantes indemnizaciones económicas a los estados victoriosos.
En ese contexto, se creó un ambiente tal, que ni la coincidencia de realizarse la primera reunión de la Sociedad de las Naciones (futura ONU) en ese momento, pudo calmar el mal tiempo que se avecinaba. Por esa razón, el mariscal francés Fernando Folch, llamó al Tratado de Versalles, “armisticio por 20 años”.
Es en este escenario que hace su aparición el canciller Adolf Hitler, quien con habilidad y olfato político, comenzó a capear para evadir el pago de la “deuda de guerra”, concertando acuerdos de paz con sus otroras adversarios, incubando liderazgo y levantando la moral nacional, que lucía sumida en un vacío de poder, hasta que esa nación, a la luz del Partido Nacional Socialista, se fortaleció, sorprendiendo al mundo con su guerra relámpago.
Es así como se estructura el bloque defensivo de las potencias aliadas, para hacer frente a las potencias del eje, que conformaron Alemania, Japón e Italia. Consecuentemente, los ataques de Japón a China, EEUU, y a las colonias británicas y neerlandesas, provocaron el crecimiento de los aliados, ya que al principio solo eran Polonia, Gran Bretaña y Francia. Como dato interesante, entre los países que declararon la guerra a Alemania en la Segunda Guerra Mundial, sin tener participación bélica, figura Haití, con el gobierno encabezado por el presidente Lescot. Los EEUU entraron a la guerra a partir del ataque japonés a su base naval de Pearl Harbor, Hawai, el 7 de diciembre de 1941.
El partido nazi, con su servicio represivo conocido por sus temidas siglas SS, usando la esvástica como emblema, fue el muro de contención contra los comunistas en la Alemania de los años 20. Como nota curiosa, algunos de los uniformes de las SS fueron diseñados y producidos por Hugo Boss.
La acusación de que en 1918 los comunistas alemanes, cuya mayoría de sus dirigentes eran judíos, fueron responsables de las huelgas en las fábricas de armas, razón por la cual no llegaron las municiones al frente occidental en la Primera Guerra Mundial para la gran ofensiva preparada por el mariscal Hindenburgo, creó en parte el resentimiento de Hitler y su corte imperial hacia ellos -además de la teoría de etnólogos de la época sobre la raza aria- que conllevó a una de las persecuciones y asesinatos más crueles y despiadados contra seres humanos en la historia.
Pero más aún, los nazis estaban también preocupados, según su apreciación, porque los judíos controlaban las finanzas alemanas, y su influencia era tal, que si se les dejaban expandirse más, sus propósitos de colonizar, en principio Europa oriental (el espacio vital Alemán), iban a ser abortados.
Para el 6 de junio de 1944, aconteció el ataque/desembarco aliado en las playas de Normandía, Francia (el célebre Día D), durante el cual se movilizaron 3 millones de soldados, dando inicio al fin del peligro nazi, pesadilla diabólica que llega a su derrota total de manera letal y sangrienta, con las bombas atómicas lanzadas en Japón en agosto de 1945, el día 6 en Hiroshima y el 9 en Nagasaki, donde murieron aproximadamente 140 mil personas, la mayoría civiles.
Al Hitler suicidarse, al igual que el temible Joseph Goebbles, no pudieron ser juzgados como merecían, evadiendo así el histórico juicio efectuado en Núremberg, Alemania, tribunal militar donde fueron sentenciados oficiales nazis y funcionarios civiles alemanes por crímenes de guerra.
Como designio de la providencia, el comandante alemán Rudolf Hˆss, quien dirigía los campos de concentración de Auschwitz, fue ahorcado en el mismo lugar donde él ordenaba hacerlo con los judíos, cumpliéndose la vieja sentencia de “quien a hierro mata a hierro muere”.
La subida de Hittler
Sin lugar a duda, la subida de Hitler al poder no fue solamente el resultado de la habilidad política para aprovechar una coyuntura histórica y la disciplina para realizarla. Muchos fueron los que hicieron posible esa aventura descabellada y se entusiasmaron con sus ideas y planteamientos, esbozados en su libro Mi Lucha (Mein Kampf), además de que se afirma que es realmente la oligarquía financiera internacional con sede en Londres y Wall Street, la que inyecta gran parte de la propulsión que lleva a Hitler al poder.
La Standar Oil, que junto a la poderosa empresa alemana IG Farben, concluyó el proyecto de la hidrogenación, es decir, producción de gasolina a través del carbón, fue que hizo rodar los blindados nazis; junto al caucho sintético producido también por la IG Farben, que proporcionó los neumáticos a sus vehículos en 1938, fortaleciendo enormemente esa industria de guerra mecanizada. Las fábricas dirigidas por la IG Farben en los campos de concentración de Auschwitz, con apoyo de altos oficiales alemanes, generó mucho dinero en base a una mano de obra sin costo, famosas por su crueldad y el haber causado el exterminio de alrededor de 200,000 seres humanos, segmento de más de un millón de judíos que murieron por las crueldades nazis, solamente en Auschwitz, ya que la cifra total de víctimas llega aproximadamente a seis millones.
Para sorpresa de muchos, en 1938, Henry Ford y James Mooney de General Motors, recibieron de Hitler la condecoración del Águila de Oro, y el Rey que abdicó al trono de Inglaterra para casarse con una norteamericana, Edward VIII, el duque de Windsor, pasó información del sistema de defensa de Gran Bretaña a Hitler, de acuerdo a documentos desclasificados.
Otros documentos, también desclasificados por el Departamento de Estado de los EEUU, revelan que los norteamericanos, junto a Inglaterra y la entonces URSS, se llevaron científicos, y patentes valoradas en miles de millones de dólares. Uno de los casos más conocido es el de Von Braun, responsable de poner el primer hombre en la luna.
Con estos acontecimientos terminó la Segunda Guerra Mundial, pero esta vez, contrario a como aconteció en la Primera Guerra, muchas fábricas fueron desmanteladas y llevadas a Francia, Inglaterra, EEUU y URSS, como indemnización.
Entre los costos comerciales, el país germano perdió las patentes de compañías de renombre, como la Bayer, famosa por sus aspirinas
La ausencia de guerra dio paso a la “La Pax”, creándose, de manera soterrada, otro enfrentamiento entre los imperios, que afectó la soberanía de países como el nuestro, situados en la estela de un ajedrez político bipolar, en un teatro de guerra diplomático-estratégico, conocido como la Guerra Fría, que se extendió hasta 1991.
Alemania liquidó el pago de las reparaciones de guerra en 1983; al principio, sin los intereses generados, ya que la condición para ese pago era después de la reunificación de esa nación. El compromiso fue cubierto en su totalidad el 3 de octubre de 2010, por el canciller Ángela Merkel.
Finalmente, como coincidencia histórica, el oficial que relevó a Hitler como Canciller, lo fue el almirante y comandante de la Armada, Karl Donitz, quien había comandado la escuadra de submarinos, siendo el ideólogo estratégico del envío de éstos al Caribe en la Operación Neuland, cuando en el año de 1942, fueron hundidos por el torpedeo de esos submarinos los barcos mercantes dominicanos: San Rafael, presidente Trujillo, Nueva Altagracia, Carmen, Leif y Amazonas, salvando la vida -milagrosamente- de dos hundimientos, respectivamente, los almirantes y padres de la Marina de Guerra de la Tercera República -hoy Armada de República Dominicana-, con las jefaturas de la institución naval más sobresalientes de la historia dominicana: Ramón Julio Didiez Burgos y César De Windt Lavandier.
Fuente: Listin Diario