Biblioteca profesor Juan Bosch un buen inicio.
Por Ricardo Rojas Vicioso. Artículo de opinión.
Santo Domingo R.D. La decisión, sabia y equilibrada a la que llegaron las autoridades haitianas, de definitivamente dejar con el nombre del profesor Juan Bosch, este digno dominicano la Biblioteca de la Universidad “Roi Henry I” antes “Henry Christopher”, cuya trayectoria es harta conocida constituye un punto de mucha armonía, al accidentado proceso de inauguración reciente de esta trascendental obra y símbolo de solidaridad.
Además el desagradable, e imperdonable desaire al nombre de una figura que tiene como mérito principal ser el fundador y guía ideológico del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) cuyos miembro precisamente son los que gobiernan, la República Dominicana, y también responsables de la construcción de esta importante Universidad.
Pero a pesar de que se llegó a este acuerdo, no dejaba de ser lastimoso que llevara el nombre de un dictador que tiene en el recuerdo de los dominicanos, una de las acciones de barbarie y salvajismo mas grande en la historia de esta isla como fue el degüello de 40 niños y una cantidad de adultos, incluyendo el párroco de la iglesia dónde se realizaron los asesinatos colectivos en Moca.
Por lo que también la decisión de cambiarle el nombre por el de Roi Henry I, nos parece muy armoniosa, justa e inteligente.
La República Dominicana a pesar de haber tenido siempre en la memoria, la acción antes señala además de la invasión y ocupación por largos 22 años de las huestes haitianas, tiempo que se dedicaron a pisotear, minimizar a comerciantes, familias, individuos y al pueblo en sentido general , con el yugo característico del invasor, explotando hasta la saciedad, hemos mantenido una solidaridad, humanidad y sensibilidad por las desgracias, económicas, sociales y naturales dando siempre las mano amiga a nuestro vecinos haitianos.
A pesar de todos esos esfuerzos que hacemos, siempre los enemigos de los dominicanos, nos quieren tipificar de explotadores, racistas, xenófobos y todos aquellas epítetos que venden y convencen, a los que no conocen la situación real, especialmente los que se encuentran en países lejanos en aguas extranjeras muchos de los cuales creen todo lo que se dice de nosotros.
La universidad a pesar de que empezamos bien y los grupos recalcitrantes, con su posiciones descabelladas, pudieron en un momento dañar esta iniciativa; encabezada por el excelentísimos señor Presidente doctor Leonel Fernández Reyna en representación del pueblo dominicano, todavía hay tiempo para convertirla en una “luz que irradie”, no sólo a los haitianos, sino que se convierta en un faro para ambos países y su reflejo llegue más lejos hasta playas extranjeras.
La República Dominicana y Haití juntos deben encaminar esfuerzos para que el segundo conquiste una superación, intelectual, económica y de soberanía, tomando un camino seguro que le lleve sin tropiezos, ni fanatismos añejos, y que bien de la mano de su principal socio comercial, y vecino los dominicanos.
La recuperación del Haití como una nación en el siglo 21 es un deber, no sólo de los dominicanos, haitianos, sino del todos los países del mundo entero, especialmente las potencias como Estados Unidos, Canadá, Francia, Inglaterra entre otros.
La práctica de querer y en efecto hacer echarle la culpa a la República Dominicana de todo los errores y miseria que viene arrastrando las autoridades haitianas, especialmente los inmigrantes ilegales, indocumentados, que viene muchos acompañados con una gran cantidad de niños que de forma clandestina, filtran por la frontera, sin ningún tipo de identidad, deben ser corregido y no dejarle ese problema a las autoridades dominicanas.
Los dominicanos y haitianos tiene su propia costumbres tradiciones y por tanto unas características que los definen, así como sus creencias, religiosas pero sobre todo en una base, que se empujan por cientos de años, y no se pueden inventar, para resolver el problema con una unificación una de las ideas más descabelladas, maliciosas e irresponsables de algunas naciones con lo que se le estaría destruyendo su propia identidad, cultura y el orgullo de nación.
El orgullo de sentirse parte de una tierra que nos vio nacer, y a la cual amamos, no por que se llegue de forma accidental, sino por que en ella tenemos la generación de nuestras familias, y los amigos que hicimos son cosas que tiene mucho peso a la hora del desarrollo físico, mental, económico e intelectual de un individuo sea dominicano, haitiano o cualquier otra nacionalidad.
Por lo que esta Universidad, deben aglutinar a todas las personas profesionales, intelectuales, humanistas, sin importar nacionalidad, que tienen interés de solucionar, este y muchos problemas que lamentablemente, existen por años y por el protagonismo de uno y la ignorancia de otros; no ha sido puesto en el camino de solucionar.
Esta importante obra construida, para solucionar el problema de los estudiantes haitianos, puede ser catapultada, si se le da un uso apropiado como centro de operaciones, para analizar, discutir y buscar como corregir, la problemática que en términos económicos tiene Haití, y encaminarla en la autopista del desarrollo para cubrir sus necesidades existenciales como nación de una vez y por todas.
Los grupos que se dedican al bla bla bla y viven de echarle leña al fuego confabulados con naciones buscando que se mantenga una hostilidad entre haitianos y dominicanos, deben ser desmotivados con una posición moderna de armonía dentro de los parámetros inteligentes y justos por lo que definitivamente , no siga desayudando a los haitianos, vendiéndole una supuesta defensa que todos sabemos que es un gran negocios de gente que no hace nada, solo una denuncia en foros internacionales de explotación, culpando a los dominicanos, para mantenerse vigente y generar unos dólares o euros.
Debo también aprovechar la ocasión que de la misma forma que los dominicanos, han cumplido con un deber humano y solidario de darle la mano al pueblo haitiano, con la construcción de esta Universidad a un costo de 50 millones de dólares, una prueba de adhesión tangible y mesurable, las demás naciones en vez de acusar a los dominicanos y desacreditarlos de forma mediocre copien su ejemplo y participen en la reconstrucción, y ocúpense de cumplir con las promesas prometidas que ese pueblo las espera y necesita.