La grandeza de un almirante
Por
Homero Luis Lajara Solá
Hoy conmemoramos el aniversario del nacimiento de un almirante de almirantes: Rubén Paulino Álvarez, ejemplo perdurable de profesionalidad, integridad y liderazgo en la vida militar dominicana.
Quienes tuvimos el honor de servir bajo su mando y de compartir su sapiencia, su visión estratégica y su caballerosidad a toda prueba, sabemos que su trayectoria no fue fruto de coyunturas ni de concesiones, sino de una conducta recta, coherente con el juramento hecho ante la bandera.
Epítome de la sencillez de la verdadera grandeza, comprendió desde el primer día la transitoriedad de los cargos públicos y el peso moral que ello conlleva.
Nunca lo vi sacrificar su dignidad por posiciones pasajeras ni confundir autoridad con poder.
Cada ascenso fue consecuencia natural de su preparación y prestigio ganado con hechos, no con discursos ni maniobras fuera del estamento militar.
Alcanzó la más alta responsabilidad como ministro de Defensa con el mismo honor con el que sirvió en todos los escalones de su carrera: sin estridencias, sin dobleces y sin deudas morales.
Su autoridad emanaba del ejemplo, y por eso su liderazgo trascendió rangos y generaciones.
Que este aniversario de su nacimiento sea un acto de reconocimiento y motivación para todos los que han jurado servir a la patria.
Honrar a uno destacada figura naval como Rubén Paulino Álvarez fortalece la moral institucional y nos recuerda que la verdadera grandeza militar se mide en carácter, honor y servicio desinteresado a los mejores intereses de la nación.


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