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lunes, 11 de agosto de 2025

La Jarcia, nervio del velamen





El Leño Pinto Digital

La jarcia, tensada como los nervios de un arquero, fue la diferencia entre la gloria y el naufragio. 



Cápsula Naval 




Por Homero Luis Lajara Solá 
 
En el corazón de todo velero, la jarcia es más que un conjunto de cabos (cuerdas gruesas de fibra o material sintético usadas a bordo) y cables: es el sistema nervioso que sostiene y da vida al velamen. 

La jarcia firme mantiene enhiestos los palos frente al embate del viento y la mar; la jarcia de labor, ágil y obediente permite orientar las velas y gobernar el rumbo.

Así también en la vida naval, hay principios firmes que nos sostienen y hábitos de trabajo que nos mueven.

Sin jarcia, un buque es presa de la deriva; sin disciplina y maniobra, la tripulación pierde su norte. 

Mantengamos tensos los obenques (cabos o cables que sujetan los palos por los costados) de la moral y listos los cabos de la acción, para que, con cualquier viento, podamos seguir navegando con rumbo seguro hacia puerto de honor.

Lo sabían los marinos griegos en la epopeya de Salamina (480 a.C.), cuando, según la leyenda, la diosa Atenea sopló vientos favorables y los trirremes helenos, con su jarcia intacta y firme, maniobraron con precisión mortal para embestir a la colosal flota persa. 

La jarcia, tensada como los nervios de un arquero, fue la diferencia entre la gloria y el naufragio. 

Y en la voz de los marinos, el eco de Poseidón, el dios del mar, resonó como un recordatorio eterno: que la fuerza de un navío está tanto en la solidez de sus aparejos como en la firmeza de sus hombres.




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