“La disciplina y la dignidad militar no requieren uniforme para ser ejercidas”
El Leño Pinto Digital
Cápsula naval
Por Homero Luis Lajara Solá
Hace más de dos décadas fui puesto en retiro, no por una decisión justa, sino por efecto de la intriga manipulada y la mentira aviesa.
En ese momento difícil, opté por enviarle una carta personal al presidente de la República del momento.
Concluí la misma con una frase del poeta Rabindranath Tagore, que desde entonces guardo como principio vital:
“Haz todo lo posible por mantenerte a flote, pero si te es imposible, ten el valor de hundirte sin ruido.”
A pesar de tener en mis manos información delicada que pudo haber causado comentarios adversos dentro y fuera del gobierno, me mantuve fiel a ese pensamiento.
Lo hice por doctrina, por disciplina y por el respeto profundo a instituciones que están por encima de una carrera militar. Así fui formado.
Seis meses más tarde fui reintegrado al servicio activo, sin mediación de acuerdos ni negociaciones.
Fue simplemente la luz de la verdad que, como el sol tras la niebla, termina por disipar las sombras.
Años después, nuevamente las intrigas —dentro de la misma institución naval —disfrazadas de lealtad intentaron arrinconarme.
No lograron enviarme al retiro, pero sí me dejaron sin funciones, confundiendo a un Comandante General noble, pero sin malicia.
El horizonte, que parecía otra vez nublado, se despejó cuando posteriormente otro presidente de la República me expresó personalmente que se había cometido un error en mi contra.
Le respondí con sinceridad:
“Respetuosamente, señor presidente, usted no se equivocó; lo asesoraron mal.”
Tiempo después, fue un tercer presidente de la República quien, a solicitud mía, dispuso mi retiro militar.
Sin embargo, el decreto fue emitido bajo los términos de “retiro forzoso”, lo cual no se correspondía con la realidad ni con la ley, incluyendo los emolumentos.
Una vez más, guardé silencio. No promoví demandas, ni escribí denuncias, ni cedí al deseo de revancha.
Y como suele ocurrir cuando se actúa con rectitud, el tiempo terminó por poner ciertas
cosas en su lugar: el monto de mi pensión hoy refleja justicia, sin necesidad de ruidos.
Nunca consideré oportuno demandar a mis superiores y todavía pienso así. La disciplina y la dignidad militar no requieren uniforme para ser ejercidas.
Siempre he creído que ciertos asuntos, y más de ese tipo, deben manejarse como el hielo en la cofa del buque: sin estridencias, dejándolos derretir con el paso del tiempo y el calor de la reflexión.
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