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martes, 8 de julio de 2025

La obediencia ciega no es disciplina, es sumisión



El Leño Pinto Digital

Su docilidad, lejos de ser virtud, representa un peligro latente, tanto en el timón del Estado como en la empresa privada.


Cápsula Naval 


Por Homero Luis Lajara Solá 

En la navegación de la vida institucional, los hombres temerosos que solo obedecen sin criterio son como marineros que jamás cuestionan el rumbo, aunque el capitán lleve la nave directo a los arrecifes. 

Su docilidad, lejos de ser virtud, representa un peligro latente, tanto en el timón del Estado como en la empresa privada.

Quien cumple órdenes sin reflexión ni juicio crítico debilita el casco de la institución, pues hasta el más experimentado almirante puede errar en sus decisiones. 

Por eso, el mejor gesto de lealtad de un buen oficial es expresar su parecer con respeto y fundamento, evitando así que el mando cometa errores que puedan hundir la reputación conquistada en incontables singladuras.

La obediencia ciega no es disciplina, es sumisión. 

Y en mares tempestuosos no se necesitan marineros que callen, sino comandantes en cada puesto, dispuestos a alertar al puente cuando avisten peligros a la navegación .


Esa es la verdadera lealtad que honra la misión y deja huella en la historia.

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