El Leño Pinto Digital
Cápsula Naval
Por Homero Luis Lajara sola
A lo largo de los siglos, grandes comandantes han surcado los océanos con el alma firme y el corazón desapegado.
Marco Aurelio, emperador y filósofo estoico, dejó escrito:
“¿Qué tienes miedo a perder, si en realidad nada de lo que hay en el mundo te pertenece?”
Una reflexión tan cierta para la vida… como para la mar.
En la historia naval, pocos ejemplos son tan claros como el del almirante francés Pierre-Charles Villeneuve, quien, en vísperas de la batalla de Trafalgar (1805), sabía que enfrentaría al genio de Nelson con una flota mal coordinada.
Aun así, zarpó. No lo movía el apego al triunfo, ni la ilusión de gloria, sino el cumplimiento del deber.
Sabía que el resultado sería fatal, pero aceptó el peso de su destino como un verdadero timonel de su tiempo.
Porque en la mar, el apego es lastre.
Un oficial que teme perder su cargo, su prestigio o su comodidad, se convierte en rehén de sus propios temores. Y ese no puede mandar.
El buque, el uniforme, incluso la vida misma, son solo parte de la travesía.
Lo único que no puede hundirse es el honor, porque ese, aunque invisible, es el mástil que sostiene el alma del marino.
El desapego no es resignación.
Es libertad.
Es saber que vinimos sin insignias … y que podemos irnos con las mismas en el alma.
Pero lo que no debe naufragar jamás es la dignidad con que ejercimos el mando.
Por eso, si el miedo nos sacude como una tormenta, recordemos la voz de Marco Aurelio con el canto eterno de los mares.
El verdadero comandante no se aferra a lo que brilla, sino a lo que permanece en el palo mayor del orgullo naval.
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