El Leño Pinto Digital
⚓CÁPSULA NAVAL
Por Homero Luis Lajara Solá
En la carta náutica de la geopolítica moderna, ciertos acuerdos internacionales han sido como boyas firmes en un mar agitado. No son simples firmas: son anclas que han frenado guerras, pactos que han moldeado alianzas, faros que han evitado el naufragio nuclear.
🔹 1949 – Tratado del Atlántico Norte: La OTAN no fue solo un escudo occidental, fue el compromiso de que si uno caía, todos respondían. Desde entonces, el Atlántico nunca estuvo tan unido por razones de defensa.
🔹 1955 – Pacto de Varsovia: La respuesta del Este. Una flota de acero ideológico que mantuvo al mundo en tensión hasta que, al romperse, marcó el fin de una era: la Guerra Fría.
🔹 1968 – Tratado de No Proliferación Nuclear: Un intento por cerrar la escotilla a un mar de fuego. Limitó el acceso a armas nucleares, pero aún hay submarinos que navegan fuera del acuerdo.
🔹 1987 – INF: EE.UU. y la URSS se comprometieron a desmontar misiles de alcance medio. Fue un desarme con brújula, hasta que el viento cambió y el tratado naufragó en 2019.
🔹 2010 – New START: Último gran acuerdo entre potencias nucleares. Como un radar en funcionamiento, aún vigila los límites, pero su batería expira pronto.
🔹 Tratado de Comercio de Armas (2013): Un intento de controlar las corrientes de hierro que alimentan conflictos. El timón de la ética en un mercado lleno de corsarios.
🎯 Impacto Real
Estos tratados no han sido perfectos, pero han evitado tormentas mayores. Han trazado rutas seguras, delimitado zonas de exclusión y generado reglas en un océano de intereses cruzados.
Pero cuidado: muchos están desgastados por el salitre del tiempo, abandonados por capitanes que prefieren navegar solos.
⛴️ En el mundo de hoy, donde la tecnología militar se multiplica como las olas, y los mares estratégicos se disputan hasta en el espacio exterior, necesitamos nuevos acuerdos que no sean simples promesas en papel, sino brújulas que funcionen en plena tempestad.
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