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domingo, 12 de enero de 2014

Operación mano amiga.

                          FOTO ARCHIVO : EL LEÑO PINTO DIGITAL



Homero Luis Lajara Solá

“La fantasía abandonada por la razón crea monstruos inimaginables”.

-Goya-

Este  12 de enero  se cumplen  cuatro años del  trágico terremoto que sacudió a la vecina República de Haití.  Ese mismo día, por orden presidencial, al igual que en las demás instituciones del Estado, en el área castrense se activó la directiva militar designada como “Operación Mano Amiga” , y en la misma el Ejército Dominicano estableció su comando operacional en Jimaní, Independencia; La Armada en Cabo Rojo, Pedernales; y la Fuerza Aérea en Barahona.
La  Armada, la misma que venció a la escuadra haitiana a metralla y fuego en la Batalla Naval de Tortuguero, el 15 de abril de 1844, jugó un papel preponderante, siendo los primeros  en llegar, vía marítima, al puerto de Jacmel, en Haití, ubicado al sur de esa nación amiga, salvando vidas y mitigando dolores.
En reconocimiento a la eficacia y eficiencia de La Armada en esa labor humanitaria, fueron condecorados por el Poder Ejecutivo, representando a sus tripulaciones los comandantes de los buques participantes en tan noble tarea. El desempeño del Ejército, el que con su sable nos liberó del grillete opresor haitiano, y la Fuerza Aérea, fue igual de sobresaliente.
Quise traer a colación esa participación militar dominicana, de carácter humanitario, ahora que una sentencia de nuestro Tribunal Constitucional, en un legítimo acto de un Estado soberano -ya un hecho-, ha originado reacciones diversas en sectores nacionales y foráneos, tildando como  xenófobos y racistas, entre otros epítetos indelicados, a quienes, motivados  por el interés nacional, estamos  de acuerdo con la referida sentencia, que ofrece a los haitianos ilegales  la posibilidad de naturalización dominicana- la mayoría  ni siquiera está en los registros civiles de la vecina nación-, cuando la soliciten por los canales ya establecidos por nuestras leyes.
Con alrededor de 390 kilómetros lineales de frontera terrestre muy permeable, es evidente que no hay sentencia que impida el flujo constante de haitianos ilegales a la República Dominicana, pues como bien señaló  Freddy Prestol Castillo, lo hacen  “pasando el Masacre a pie”, por lo que se torna ya urgente poner el cascabel al gato, definiendo  la frontera jurídica dominicana, con el consiguiente accionar de las instituciones del Estado que deben velar para que se cumpla la ley.
Como ciudadano común expongo mi punto de vista, respetando a quienes tengan otro parecer, con relación a este primer accionar responsable, valiente y soberano, estigmatizado por algunos,  que trata de regularizar el dilema de los extranjeros ilegales, sobre todo haitianos, en nuestro territorio.
Recuerdo cuando, en el año 1986, estando de servicio en un buque de La Armada surto en el puerto de Manzanillo, observaba sorprendido la gran cantidad de señoras haitianas parturientas recibiendo atención médica en nuestros hospitales fronterizos. Esa acción filantrópica sucedía antes, y sucede hoy, hasta en los hospitales de la capital. Así es que ahora nadie venga  a argumentar que aquí se maltrata a los haitianos.
El haitiano pobre sufre las mismas carencias que el dominicano, por lo que no se puede pretender tapar el sol con un dedo; ni siquiera podrán hacerlo algunos de  los nuestros,    las  ONGs liberales, ni la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que, por cierto,  tendría mucho trabajo en Haití,  y menos el CARICOM, que en sus suelos  ubica  el tema migratorio como prioridad estratégica de seguridad nacional.
Durante una disertación del presidente Barack Obama en San Francisco, California, sobre la reforma migratoria, fue interrumpido por un estudiante extranjero, exigiéndole que pare las deportaciones, con el poder que posee, como Presidente de los EEUU,  a lo que contestó el mandatario: “lo que estoy proponiendo es el camino más difícil, que es  el uso de nuestros procesos democráticos para lograr ese mismo objetivo, pero no va a ser tan fácil como gritar”, alegando que él no estaba por encima de las leyes...Entonces, ¿cómo se pretende, con gritos mediáticos, locales y foráneos, que nuestro Presidente desconozca ipso facto  una sentencia del Tribunal Constitucional?
En el caso que nos ocupa, los argumentos que apelan a derechos fundamentales, derecho internacional y a la retroactividad de las leyes, se han enfocado casi todos, de acuerdo a mi interpretación, como si se tratara de un proceso simple  en materia civil, o que la nacionalidad no fuera un vínculo jurídico con el Estado; mientras otros, invocando aspectos de seguridad nacional y hasta comerciales, razonan, sin tomar en cuenta enseñanzas como las del  político e historiador español Antonio Cánovas (1828-1897), quien decía, que “no hay más alianzas que las que trazan los intereses, ni nunca las habrá”, acuñando la siguiente sentencia : “Con la Patria se está, como con el Padre y la Madre, con razón  o sin ella”.
En este mes, que se conmemoran 201 años del nacimiento del general Juan Pablo Duarte y Díez, creador de nuestra nacionalidad, en vez de dividir la sociedad dominicana entre los que están y los que no están de acuerdo con la sentencia del Tribunal Constitucional, sugiero que, con ese mismo ímpetu, todos, busquemos la mejor manera de honrar a Duarte, no en enero, sino siempre, abarloándonos a su ideario sagrado, y desde nuestras áreas de influencia colectiva fortalecer el combate a nuestros males milenarios (pobreza e ignorancia), a los cuales se les han unido la corrupción , el narcotráfico y el crimen organizado.  
Honremos la enseña tricolor respetando la Constitución y las leyes. La Patria se preserva amándola con hechos y asumiendo responsabilidades de manera digna y honorable, tanto en los cargos públicos como en el ejercicio privado, fomentando valores y principios que sirvan de escudo contra las tentaciones en un mundo globalizado.  
En este 2014, levantemos a lo alto un espíritu de identidad nacional, y con fe, disciplina y trabajo, estructuremos un proyecto de nación,  bajo la égida de un Estado progresista. Tracemos, con Dios como faro de luz, el rumbo verdadero que nos lleve, a los dominicanos, al puerto de la paz, progreso y felicidad, para así poder alcanzar las luces de la civilización.
Viva Duarte por siempre !
Fuente: El Listin Diario

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