200 AÑOS NATALICIO DEL PATRICIO
LA VIDA MILITAR DEL PADRE DE LA
PATRIA ES PRÁCTICAMENTE DESCONOCIDA PARA LA GRAN MAYORÍA DE LOS DOMINICANOS
Homero Luis Lajara
Solá, Vicealmirante, M. de G.
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En un diálogo de amigos, alguien me
preguntó, cómo se puede explicar lo del grado de general, habitualmente
atribuido al prócer Juan Pablo Duarte, si el general Pedro Santana fue el
estratega militar de la gesta de Independencia, y no así el ilustre patricio.
Con esa experiencia confirmé mi
teoría de que la vida militar de nuestro Padre de la Patria es prácticamente
desconocida por la mayoría de los dominicanos, sin importar estudios realizados
ni clase social.
Por esa razón, comencé a rebuscar
entre los textos de historia dominicana heredados de la biblioteca de mi padre,
consciente de que, ese tipo de documento es poco solicitado, no común, incluso
en Wikipedia, Google y otros medios virtuales, ya que, desafortunadamente, esos
temas tienen una demanda exigua de los lectores dominicanos de la
contemporaneidad. Con ese precedente obtemperé, altamente motivado, a la
honrosa petición del director del prestigioso periódico LISTÍN DIARIO, mi amigo
Lic. Miguel Franjul, para que escribiera con motivo del Bicentenario de Duarte,
sobre el adalid de la Independencia y La Marina.
Con una planificación sustentada en
la base de las lecturas obligatorias impuestas por mi progenitor, la escuela y
una escasa bibliografía duartiana en la Academia Naval de mi época, como
guardiamarina o cadete (1979-1983) zarpé al puerto de la investigación, de
donde surgió este escrito, en lenguaje llano, que hoy comparto con los
distinguidos lectores.
Desempeño militar-naval del general
Juan Pablo Duarte Diez.
Según el excoronel del Ejército
Nacional, Ernesto Vega Pagán, en su poco conocida obra, Historia de las Fuerzas
Armadas, Tomo 1, Colección 25 años de la Era de Trujillo (1955), posterior a
los acontecimientos del 27 de febrero de 1844, con el trabucazo de Mella en la
Puerta de La Misericordia, anunciando al mundo el nacimiento de una República
más a la grey de las naciones democráticas, los haitianos, representados por el
general Henri Etienne Desgrotte, dos días después de la Proclamación de la
Independencia, hicieron formal capitulación de la plaza, cesando así la
dominación haitiana de la parte Este de la isla por 22 largos y dolorosos
años. Los haitianos, como era de esperarse rompieron las hostilidades el 9 de
marzo de ese mismo año. Es así como Las tropas del general haitiano Souffront
penetran en territorio dominicano y ocupan la villa de San Bartolomé de Neiba,
al alba de del día 11, estas tropas son batidas por las dominicanas en la
Fuente del Rodeo, primer bautizo de sangre y fuego de las armas dominicanas. La
Junta Central Gubernativa declaró la guerra abierta por tierra y mar a la
nación haitiana en ese épico inicio de hostilidades en el glorioso 1844.
En este segmento de nuestra
navegación histórica es preciso destacar la relación del Patricio con La Marina
de Guerra, iniciando la descripción, poco difundida, del escritor naval,
teniente de navío (r) Aníbal Acosta Piña, en su obra: “Juan Alejandro Acosta,
Primer Almirante Dominicano (1813-1886)” editada en el 1980, reivindicando la
memoria de su ascendiente, el ilustre marino y héroe de la Independencia,
almirante Juan Alejandro Acosta, tomando en cuenta que los almirantes Juan
Bautista Cambiaso y Juan Bautista Maggiolo, fundadores junto al comandante Acosta
de la Marina de Guerra, eran genoveses. Es oportuno señalar que a pesar de
estar explicado y documentado en varios textos de historia naval, todavía se
escribe sobre una supuesta participación del comandante Acosta en la Batalla
Naval de Tortuguero, librada contra los haitianos el 15 de abril de 1844,
argumento totalmente falso, ya que ese día él se encontraba ejerciendo las
funciones de comandante del puerto de Santo Domingo, por instrucciones
superiores.
Como bien narra el historiador y
oficial naval en servicio pasivo, Acosta Piña, en el texto de referencia: sin
la Flotilla Nacional, nuestra victoria en la guerra dominico-haitiana hubiera
sido contada de otra manera menos gloriosa. Y es importante sacar a colación
que el general Duarte fue un amigo cercano del comandante Acosta, a quien educó
e inculcó en él un aserrado espíritu independentista, hasta tal punto, que en
el 1843, cuando el gobierno haitiano inició su implacable persecución contra el
Patricio, lo ocultó en la casa de su valerosa madre, María Baltazara de los
Reyes Bustamante, presente en esa memorable epopeya de la proclamación de la
Independencia y activista de primera línea de la causa independentista. Y luego
contribuyó, el comandante Acosta, junto a los entonces marinos mercantes Juan Luis
Duquela, y Juan Evertz (holandés) a que nuestro ilustre libertador se embarcara
de forma clandestina, en el bergantín del capitán Findlay (inglés) primero
para Saint Thomas, Antillas Británicas y posteriormente a Venezuela, con
destino final Curazao. El almirante Acosta tuvo el honor, según relatan
laureados historiadores nuestros como don Jacinto Gimbernard, en su libro:
“Historia de Santo Domingo”, de comandar la goleta La Leonor, primer barco de
guerra dominicano, que en la honrosa misión encomendada por la Junta
Central Gubernativa, encabezada por Juan Nepomuceno Ravelo, fue a buscar al
Patricio a Curazao, en la goleta La Leonor, donde se enarboló por primera vez
el Pabellón Nacional, allende nuestros mares, arribando a la patria el 15 de
marzo del glorioso 1844, siendo recibidos el paladín de la libertad y sus
allegados al día siguiente, con vítores, por jubilosos dominicanos y la voz
latría de Monseñor Tomás Portes e Infante exclamando por primera vez: ¡Salve
Padre de la Patria!
Continuando con la difusión de la
prácticamente desconocida vida militar del general Juan Pablo Duarte, citando
al también culto historiador Bernardo Pichardo, en su obra, Resumen de Historia
Patria: “Considerándose de necesidad que el Ejército expedicionario del Sur hubiera,
a más del general Santana, un Jefe Superior que pudiera remplazarle en caso de
falta, la Junta Central Gubernativa despachó al inmaculado Duarte, talvez
pérfidamente, para el Cuartel General de Baní, con una columna al mando del
teniente coronel Pedro Alejandrino Pina. Poblado como estaba el Cuartel General
de Baní de intrigantes enviados al efecto, no hubo acuerdo posible entre Duarte
y Santana, pues mientras el primero quería que se abrieran las operaciones, el
segundo opinaba por mantener a la defensiva, lo que produjo el mayor disgusto.
Y para salir de ese apuro resolvió la Junta llamar a Duarte a la Capital, que
sumiso, cumplió una orden que otro, menos respetuoso de la disciplina, en su
caso habría desatendido, apoyado como estaba de la opinión”.
El excoronel Ernesto Vega Pagán,
reforzando a don Bernardo Pichardo y sus relatos, nos documenta sobre la
designación del general Duarte por parte de la Junta Central Gubernativa como
Oficial General que pudiera reemplazar a Santana en Sabana Buey, a la vez que
lo nombra comandante del Departamento de Santo Domingo. En ese ínterin, es
oportuno resaltar la integridad de Duarte al presentar un informe pormenorizado
de los gastos incurridos en su ejercicio militar, a su regreso del Sur,
donde se revela un desprendimiento material único y un gran respeto por los
recursos de la empobrecida República, que hace a nuestro Padre de la Patria
ícono de honradez.
Hacemos énfasis en las
designaciones militares del general Duarte, con miras a dejar esos
conceptos claros. El Patricio era un conocedor del arte de la guerra. Por eso
es importante explicar que a la edad de 21 años, en 1834, según historiadores
nuestros, inicia como cabo (Fourrier) su entrenamiento militar como miembro de
la Guardia Nacional. En el 1842 es ascendido a capitán; en el 1843, a coronel.
El 14 de junio de ese año, el general Charles Herard Ainé, al tener la certeza
de la obra conspirativa de Duarte, cancela su nombramiento. Precisamos que el
servicio militar obligatorio fue una de las tantas medidas impopulares que
impusieron los haitianos desde que se apoderaron de la parte Este de la
isla.
Alfonso Torres Ulloa, en sus estudios
sobre la vida militar de Duarte, precisa que: “es oportuno destacar también su
entrenamiento y visión estratégica”, al éste pactar con los reformistas
haitianos para derrocar al dictador Boyer y al mismo tiempo debilitar
militarmente a sus adversarios. Estos, entre otros datos también relevantes,
son conceptos avalados por el historiador, teniente de navío (r) Aníbal
Acosta Piña, en su otra obra: “Duarte y La Marina”, donde narra en detalle que:
“a la edad de 15 años, en el 1828 (otros historiadores lo ubican en el 1829),
bajo los cuidados del comerciante español Pablo Pujols Chanclet, inició
exitosamente un viaje de estudios que lo llevó por los Estados Unidos de
América, Inglaterra, Francia y España. Regresó en el 1833 (otros historiadores
lo ubican en el 1832), teniendo ya 20 años de edad. En su recorrido por esos
países se puede decir que completó su educación, ya que pudo observar el
desarrollo de esas naciones en todos los órdenes”. Incluiría Duarte, y esto no
debe descartarse, ya que a su regreso trajo algunos libros de táctica:
“Instrucción Teórica y Práctica de Artillería para uso en la Escuela Militar de
Saint Cyr”; “Manual de Táctica de las Tres Ramas”. Según el historiador
Acosta, adquiere Duarte datos e informaciones de todas clases, y dada la
posición insular de su patria, no podría faltar un análisis sobre Las Armadas y
flotas mercantes de los países visitados. El poderío económico y militar de esa
época era basado en la magnitud de los barcos dedicados al comercio
internacional, y los de guerra para protegerlos y utilizarse en conflictos
bélicos.
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