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jueves, 31 de enero de 2013

DISCURSO DEL PRESIDENTE DE LA UNION DOMINICANA DE PERIODISTAS BOLIVARIANOS EN EL ALTAR DE LA PATRIA EL PASADO 26 DE ENERO, LICENCIADO JOSE S. MENDEZ JUNTO AL COMITÉ EJECUTIVO UDOPB


BICENTENARIO DEL INMACULADO PADRE DE LA PATRIA.

Colaboracion Ronnie Martinez
Las celebraciones pueden generar diversos estados emocionales, unos de gozo y alegría, otros de tristeza o nostalgia… todo depende de los que se conmemore. Se supone que todo acto patriótico es una fiesta de la ciudadanía, es una recordación multitudinaria de la sociedad, de los integrantes de una nación reiterando su soberanía, su razón de ser.
 Interpretamos que doscientos años (200 años) después hemos reducido estas efemérides patrias, a una repetida parafernalias en las que no faltan las ofrendas florales, las misas en los templos católicos, las paradas militares, los discursos, al margen de declarar el día del Padre de la Patria como no laborable, pero lo cierto es que hemos reducido a este afortunado y solemne día en que celebra el natalicio del forjador de la República en un ritual de conmemoraciones.
 Oh Benemérito Padre de la Patria, debemos pedirle perdón, porque doscientos (200) años después, de habernos librado del yugo opresor, pero nosotros con el concurso de todos, hemos dejado que la nación que tu forjaste se encadene a males perniciosos y ahora necesitamos liberarnos de la delincuencia, la corrupción, el desempleo, la pobreza, la drogadicción, la falta de salud, la crisis de los hospitales, el problema habitacional, la ausencia de seguridad social, el narcotráfico, la deuda externa, el pobre desarrollo industrial y agropecuario, la inmigración ilegal haitiana y cientos de agendas pendientes, que arrastra nuestra nación.
 Doscientos (200) años después parece que tu esfuerzo ha sido en vano, ya que la República Dominicana no marcha bien, y todo parece repetirse continuamente una y otra vez, y al igual que el año pasado, Juan Pablo Duarte, el forjador de la nacionalidad dominicana, es una fecha, una estatua, un discurso, una ofrenda floral, o un día de asueto.
 ¿Cuál es el balance después de doscientos (200) años, al reencontrarnos con la dominicanidad, a la que añadimos sus males, nos preguntamos cuáles son los verdaderos resultados de ese sublime esfuerzo?
 Posiblemente insigne patricio, si usted hubiese sabido que en el bicentenario de su nacimiento, su nación, sería lo que es hoy, si usted hubiese sabido, que los derechos de los dominicanos no serían respetados, que los niños y jóvenes de su nación no contarían con una educación adecuada, con una responsabilidad compartida entre el Estado, el magisterio y la comunidad social. Porque el progreso incluye el propósito de mejoría de la fisionomía cultural como consecuencia de la condición del maestro de que con su capacidad y proceder, está levantando la construcción de la nacionalidad en su inestimable significación civilizadora.
 Eterno e inmaculado apóstol de la libertad, después de sus doscientos (200) años de su nacimiento, se juega con la aptitud de que usted es una pieza de museo, de que se le desempolva cada 26 de enero, no vinimos aquí a hacer una ofrenda floral, hemos traído una ofrenda como un vehículo para encontrarnos con usted, Juan Pablo Duarte, hemos pedido a pedirle perdón, por no haberle dado continuidad al proyecto de nación que usted soñó, le pedimos perdón, porque solo nos acordamos de usted en su natalicio o el  27 de febrero, le hemos reducido a simples fechas, sin que muchos de nosotros llevemos su semilla en su ejemplo ético y su pensar profundo unido al idealismo y el pragmatismo que demostró que sus palabras estaban unidas a sus hechos.
 Arribamos a su bicentenario y en los medios de comunicación no se cuenta con una serie televisiva que narre su historia, que masifique su entrega, para que las futuras generaciones tengan el mejor modelo en cambio nuestros jóvenes cada día. Disfruta de los antivalores y de los antihéroes y nos hemos encargado de masificar a Capos y a Narcos héroes que ahora lo sustituyen como modelos.
 Venimos aquí con la esperanza de que impulsemos un saneamiento moral de nuestros hombres, y al igual que usted, Juan Pablo Duarte, soñamos que este país se convierta en una nación en que los dominicanos cuenten con las garantías necesarias para vivir en una sociedad justa.
 Juan Pablo Duarte apóstol nacional, gracias por servirnos de inspiración y guía. Gracias, Padre de la Patria, por este bicentenario de espera y entrega.  

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