Ricardo Rojas León
Leonel Fernández concluye mañana el tercero de sus mandatos
presidenciales, dejándole al país una obra de gobierno que difícilmente pueda
ser superada.
Seis son, a mi modo de ver, los grandes aportes que Fernández
le ha hecho al país en sus tres mandatos, pero, sobretodo, en los dos
consecutivos que se iniciaron en el 2004.
Primero: la recuperación de la estabilidad macroeconómica y
la aplicación de políticas públicas que han permitido que la economía
dominicana crezca a tasas promedios envidiables, lo que se ha traducido en la
creación de un millón de nuevos empleos y en la reducción de la pobreza, en un
ambiente de baja inflación y con una tasa de cambio estable.
Segundo: Fernández ha transformado la fisonomía y la
infraestructura vial del país, con decenas de carreteras, puentes, caminos
vecinales, apartamentos, hospitales, acueductos, y con dos líneas del Metro,
que han permitido mejorar el transporte de pasajeros en la ciudad de Santo
Domingo.
Tercero: la enorme inversión que se ha hecho en la educación,
fundamentalmente, en el otorgamiento de becas a miles de jóvenes y a
profesionales, que han viajado al exterior a especializarse y a recibir nuevos
conocimientos, elevado el capital humano del país, así como la construcción de
cientos de escuelas y centros tecnológicos.
Cuarto: desde 2004 se inició una “revolución
silenciosa”, que ha transformado muchas de las instituciones públicas (Aduanas,
DGII, Presupuesto, Hacienda), en entes públicos más eficientes y transparentes.
Quinto: la implementación de programas sociales, como los de
la Tarjeta Solidaridad, que al focalizarse han tenido un alto impacto en la
reducción de la marginalidad, contribuyendo a desincentivar el ausentismo
escolar entre los más necesitados.
Sexto: la Constitución de 2010, la más avanzada de
América Latina y de las mejores del mundo. En ella se ha ampliado el catálogo
de Derechos Fundamentales, reforzado las garantías, creado nuevos órganos, el
Tribunal Constitucional, el Tribunal Superior Electoral, definido los
principios rectores del régimen económico, ampliado y fortalecido la autonomía
del Banco Central y las funciones de la Junta Monetaria, constitucionalizado
los partidos políticos, regulados los Estados de Excepción y definido el
dominicano como un Estado Social y Democrático de Derecho, entre muchas otras
innovaciones.
Esta obra, impresionante y difícilmente repetible, ha sido
lograda con mucho esfuerzo y humildad, sin arrogancias y fomentando un clima de
paz y concordia entre todos los dominicanos. Y ello es lo que explica los
altísimos niveles de aceptación y popularidad con que el presidente Fernández
termina su tercera gestión.
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