
Eddy Brito es quizás, uno de esos seres humanos que por algún azar del destino, su vida llega a convertirse en algo tan inverosímil, que sería el material perfecto para el guion de una película.
Recibí esta nota al Leño Pinto Digital de una persona que por los detalle, tal parece que conoce muy bien, el ex de Sobeida, y el ambiente familiar, les dejo todos los detalles para que ustedes juzguen y saquen su propias conclusiones, si Eddy Brito es victima de una situación , presión mediática o culpable de algún delito.
Recibí esta nota al Leño Pinto Digital de una persona que por los detalle, tal parece que conoce muy bien, el ex de Sobeida, y el ambiente familiar, les dejo todos los detalles para que ustedes juzguen y saquen su propias conclusiones, si Eddy Brito es victima de una situación , presión mediática o culpable de algún delito.
Quien escribió la nota es un joven serio y trabajador que conecta con los protagonistas de forma accidental, y nada tiene que ver con los acontecimientos y cuya única intención es que la gente conozcan otra cara de Eddy Brito como el empresario prospero y trabajador, padre de familia y como sus hijos ahora sin padre y madre estarán pasando por situaciones muy difíciles.
Anónimo dice “Cuando lo ves caminar, tan sumiso y parsimonioso, no tienes ni la menor idea de que se trata de un exitoso hombre de negocios, que contrario a otros, no ha permitido que la petulancia ni la soberbia le haga despegar los pies del suelo en que pisa. Así es Eddy Brito. Ayer figura anónimo, hoy un fenómeno mediático sobre el que se tejen infinitas especulaciones.
Eddy es un hombre de pausado hablar y mirada profunda, esbelto y espigado, cuya mezcla de humildad y buenos modales, le otorgan una especie de aura, de esas que se ganan las buenas voluntades de los demás. Un hombre que no tiene reparos en desmontarse del confort de vehículo y sentarse en el piso a dialogar con algún amigo.
Inmerso en una faena laboral que a veces consumía hasta el 85% de sus horas del día, Eddy se hizo adicto al trabajo, pero todo ese sacrificio de tiempo, tenía dos razones poderosas para él: Emely y Víctor, sus preciados vástagos de cinco y diez años. Trabaja para ellos, vive por ellos.
Desde que salió de su natal Gaspar Hernández, tras conocer a Sobeida, Eddy quiso que su matrimonio y su hogar fuesen funcionales; por eso a menudo se esforzaba más que lo que es posible imaginar para que así fuera. Una vez le propuso a Sobeida, que a la sazón era su esposa, que fueran a una pequeña isla turística del las Antillas Menores a pasarse la navidad como familia con sus hijos, idea que de inmediato causó la desaprobación de su esposa, porque ella no deseaba “irse a un monte a pasarse un diciembre” y perderse de la tentadora francachela citadina que se vive en esta época.
Eddy nunca la domó. Sobeida siempre fue un espíritu libre, un alma fiestera, que pese a sus compromisos familiares no se adaptaba a la idea de renunciar al jolgorio de la parranda para enclaustrarse en una casa. Y esa inconducta fue la manzana de la discordia que trajo angustia al matrimonio.
Al principio Eddy fue tolerante, pero con el paso de los días, y una que otras madrugadas en vela esperando a que su señora vuelva de fiestear, esa paciencia se hizo añicos y allí empezaron las agrias discusiones de pareja; él siempre se cuidó de que sus hijos fuesen testigos de sus encarnizadas garatas verbales, y literalmente llevaba a Sobeida hasta la marquesina para que allí continuaran discutiendo amargamente sus desacuerdos. Sin resultados. Las parrandas de Sobeida persistieron.
Para Eddy era doloroso ver a sus hijos sobrevivir sin el tiempo de calidad que debía dedicarle su madre; y pese a esa disfuncionalidad familiar ¡había que ver lo dulce y dócil que era Víctor! De buenos modales, sumiso, que disfrutaba compartir con sus amiguitos hasta por un día completo, fanático de los videojuegos y las caricaturas de “Avatar” y “Yu-Gi-Oh”, un niño de aspecto endeble, pero cariñoso, cuyo único dolor de cabeza que le ha dado a sus padres ha sido sus constantes achaques de salud y sus frecuentes apretamientos del pecho.
Cuando el matrimonio empezaba a tener fisuras, Eddy quiso que su hiperactiva pero indocta mujer, retomara sus estudios y aprendiera inglés, así “podía ayudar a los niños con la tarea “. Comentarios que sacaban de ella cada vez, una mirada de enojo y desaprobación para su esposo. Quizás Eddy veía este intento de terapia ocupacional, una alternativa para salvar el barco que se hundía. Sin resultados esta vez tampoco.
Desde que Sobeida lo dejó, Eddy se notó desconsolado y triste, buscando el consejo y el consuelo de sus íntimos amigos. Su mirada cambió, se volvió más taciturna de lo usual. Y su aire noble, cambió por la de un hombre derrotado anímica y emocionalmente. La quería, de eso no había dudas.
Semanas después del colapso de su matrimonio, ella decidió mudarse “sola”, a un lujoso apartamento, que meses después para fines periodísticos, se convirtió en una joya noticiosa. Y tras de la definitiva ruptura de la pareja, la historia es alto conocida por todos.
Eddy Brito es quizás, uno de esos seres humanos que por algún azar del destino, su vida llega a convertirse en algo tan inverosímil, que sería el material perfecto para el guion de una película. Quizás ese mismo azar (o los desaciertos de su ex esposa), han querido de una manera u otra, arrastrarlo al ojo de un huracán.
Es altamente probable que el Eddy Brito chamuscado por la duda y el escarnio público, no sea más que un hombre caído en desgracia que ahora se presta para ser chivo expiatorio y blanco de las perversas insinuaciones de la prensa. Es casi seguro que el Eddy Brito de los medios, las noticias y el escándalo, no es el genuino; pero éste, el hombre de negocios agobiado por los tropiezos de su ex esposa y sobreviviente de hogar disoluto, es el Eddy Brito que yo conocí.”
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