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viernes, 13 de febrero de 2009

Historias de Violencia intrafamiliar primera parte.


Juan cegado por los celos golpeo fuertemente, en la cabeza con una pata de cabra a su mujer en Estados Unidos.

Por Ricardo Rojas Vicioso.

Los nombres que usaré en esta historia, los he cambiado, para proteger la identidad de las personas, ya que se trata de un problema familiar muy lamentable, pero los eventos de los que voy hablar son reales. Los protagonistas: El esposo Juan, la esposa Juana y la hermana de la esposa María.

Primeramente quiero narrarle la historia de una pareja de esposos que buscando mejoría se trasladaron de Santo Domingo hasta Puerto Rico y luego para nueva york , al llegar al territorio americano, ya tenían dos niñas y después tuvieron otra más .

Inmediatamente se establecieron, el esposo Juan le consiguió un trabajo a la esposa Juana del cual, después de un tiempo muy breve comenzó a llegar muy tarde, lo que su esposo Juan, le reclamaba y ella sólo le decía, en un tono muy altanero “que no tenía un taxi esperándola en la puerta”

Juan que estaba locamente enamorado y consagrado a su familia, desde que vivían en Santo Domingo, trataba de tomar las cosas con calma temiendo lo peor, que ella tuviera envuelta en una relación amorosa.

Ella continuaba llegando tarde a pesar de las quejas de su pareja y además estando en la casa conversaba mucho por teléfono, lo que también le despertaba cierta aprensión a su esposo.

Las sospechas de que Juana, tuviera otro hombre, ya se estaban haciendo demasiado evidentes, por los rastros sospechosos que iba dejando, como las constantes llegadas tardes y repetidas llamadas telefónicas al punto que habla hasta en la cama con el esposo a su lado en tono muy bajo.

Un día en una discusión muy acalorada ella le dijo “recuérdate que no estamos en Santo Domingo, aquí” refiriéndose a los Estado Unidos, “tú no me puedes golpear”, a lo que le contestó en tono muy amenazante y decidido Juan ……”yo te doy aquí, en Santo Domingo y debajo de la falda de tú mamá”.

Para acortarle un poco esta lamentable historia, El detonante de la situación llegó durante una fuerte discusión generada entre Juan y la cuñada María hermana de la esposa, en la que ella llamó a la Policía para que se llevaran preso a Juan como diríamos en buen dominicano el cabeza de la familia y el hogar.

Cuando la Policía llegó indagó la situación y determinó que María la cuñada era la que estaba demás en ese lugar y que no tenía la razón, dispuso que lo mejor sería que María , saliera del apartamento .

Esta decisión la llenó de irritación por lo que cuando salió le dijo en la puerta a Juan ….. “y además ella ya tiene otro marido”….. Con estas palabras, le dejó bien claro a Juan, que ya su mujer, tenía otra persona, lo que tomó el esposo de una manera muy tranquila, ya que sus sospechas fueron aclaradas y confirmadas, sintió un susto pero una sensación de alivio.

Después de que las personas se fueron, vecinas y curiosas, vino lo peor. Juan ya conocía la terrible verdad, se quedó callado y un poco pensativo, y mientras la mujer estaba acostada dentro de la habitación, fue a un lugar donde antes, un trabajador, había dejado unas herramientas y tomó una pata de cabra caminó tranquilamente, pero decidido hacia donde estaba su mujer y madre de tres de sus hijos, le dio un fuerte golpe en la cabeza, que le dañó un ojo dejándola fatalmente herida e inconsciente.

Juan se marchó, aunque más adelante se entregó voluntariamente a la policía. Por suerte la mujer no murió pero a él le tocó pasar dos largos años en una cárcel de los Estados Unidos y luego su deportación.

De esa manera terminaron casi 15 0 16 años de matrimonio y siempre el común denominador de la violencia es generado por una tercera persona que provoca el detonante violento, en medio de una madeja de engaños, traición y mentiras que es el ingrediente principal para que este tipo de situaciones, tengan un desenlace sangriento y fatal.

Vuelvo a señalar que a pesar de que el hombre está muy consciente de las penas y el peso de la justicia que caerá, sobre él, esa situación, no impide que cometa los hechos, ni lo amedrenta.
Pero lo que es más, en el 90 por ciento de los caso eso no les importa, la sed de venganza es tan poderosa que se apodera de su mente y todo su ser.

Como puede darse cuenta en mi artículo anterior Por qué ha fallado la lucha en contra de la Violencia femenina, explico este hecho de que a los hombres no les importa el peso de la justicia, el amor es una situación que nos envuelve y cuando somos traicionados, y expolian esa mujer que amamos, nos convertimos en salvajes capaz de hacer cualquier cosa incluyendo asesinato y suicidio.

Algunas personas pueden controlar todos estos impulsos pero hay otras que no, entonces es donde se inicia el problema en los que no aceptan o no tiene sicológicamente la capacidad de soportarlo.

Por lo que el peso de la ley hace muy poca cosa, y menos cuando el hombre que maltrata o mata también se suicida.

Si no sacamos un poco ese fanatismo femenino de la justicia y los grupos femenino no bajan los niveles para enfrentar este problema, desde una perspectiva científica y más lógica, no encontraremos progresos. Debemos verlo como un problema social y no de fuerza entre hombre y mujeres. Educación, charlas y concienciar a hombres y mujeres del respeto mutuo podrían ser las claves para disminuir esta violencia.

1 comentario:

  1. Juan venía golpeando a Juana desde que vivían en Santo Domingo y la culpa es de una tercera persona? en serio? Me vas a disculpar, pero si amas de verdad nunca serías capaz de semejante barbaridad, los celos no justifican el asesinato ni el maltrato. Además edúcate un poco con respecto al ciclo del maltrato, lo que significa el feminismo y la el perfil psicológico del victimario, un hombre fácilmente puede ser feminista, no tiene nada que ver con el género, sino con el ideal de igualdad, así que no sé de donde sacas eso de "fanatismo femenino", si supieras que hay hombres allá afuera que luchan por la igualdad de género también. Ese es el problema en nuestras sociedades, siempre se culpa a la víctima y no al victimario, por eso es un problema de nunca acabar.

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